Cuando se escucha la frase “seguridad del paciente” es probable que sea entendida de múltiples maneras, pero para los trabajadores de los centros de salud debe tener un significado claro, el cual se debe poner en práctica día a día.
“La seguridad del paciente tiene por objeto evitar que un paciente sufra un daño innecesario relacionado con su asistencia sanitaria. Es decir, un daño que no debe recibir“, recalcó Alberto Pardo Hernández, subdirector general de Calidad Asistencial y Seguridad del Paciente de la Consejería de Sanidad de Madrid.
Esos daños innecesarios incluyen desde golpes o caídas por una baranda mal ajustada en una cama o por el piso mojado en el centro de salud, hasta una infección adquirida durante el internamiento o errores médicos en una cirugía o al prescribir medicamentos.
El asunto puede tornarse más difícil, por el hecho de que cada vez vivimos más tiempo, se tienen más enfermedades que deban tratarse simultáneamente y hay cirugías y medicamentos más complejos. Se añade el error humano, que puede darse de forma involuntaria en cualquier momento de la atención de un paciente.
Por esta razón, cada vez más profesionales de la salud, usuarios de los centros médicos y especialistas en Derecho y Bioética buscan inculcar el concepto de “seguridad del paciente”, una forma de mejorar la atención en salud y de empoderar a quienes reciben atención médica.
Pardo estuvo en Costa Rica para participar del Congreso de Seguridad de Paciente 2024, que se realizó este mes en el país. A continuación un extracto de la conversación que sostuvo con La Nación.
¿Qué es la seguridad del paciente y por qué es importante?
– Si nos basamos en la definición que dio, la seguridad del paciente engloba todo el ámbito de atención ¿vacunas, medicamentos, procedimientos quirúrgicos?
– Completamente. Abarca todos aquellos aspectos relacionados con la atención sanitaria que puede recibir un paciente. Sin embargo, debemos tomar en cuenta dos cosas: que se dé lo necesario para el mayor beneficio en su salud o calidad de vida y que sea el mínimo daño que pueda causarse.
“Hay un mínimo daño que es imposible de evitar, por desgracia el daño cero ahora mismo no existe. Pero siempre podemos minimizar o prevenir efectos y eventos adversos que el paciente no tiene que recibir.
“La segunda es recordar que nosotros, los profesionales sanitarios provocamos daños. Si yo a usted la intervengo le puedo producir una cicatriz, que eso no deja de ser un daño. Entonces ese daño tiene que ser un mínimo adecuado a los conocimientos que tiene la ciencia. Ahora hay cosas que no podemos evitar por el conocimiento que tiene la ciencia, esta puede avanzar y minimizarlos en un futuro”.
– ¿Qué no es seguridad del paciente y podría confundirse?
– Hay que aclarar que los medicamentos, solo por el hecho de ser medicamentos tienen efectos adversos. Esto no entra dentro de la seguridad del paciente. Si te ponen una vacuna y tienes una reacción y te sientes mal eso no sería un tema de seguridad del paciente, sería algo relacionado con el medicamento.
“Otra cosa es que te pongan una vacuna cuando no te la tienen que poner. O que te pongan una dosis de vacuna inadecuada, por exceso o por menos dosis. Si te ponen menos dosis y no te protegió y sufres la enfermedad, sí es seguridad del paciente. O si tenía que estar en una nevera y no fue así, también es seguridad del paciente.
“Lo mismo pasa con la quimioterapia, que no solo ataca las células del cáncer sino las células sanas. Se te puede caer el pelo, eso no es seguridad del paciente, es efecto del tratamiento que no podemos evitar. Si se pusiera una dosis inadecuada o un medicamento que no está indicado sí es un asunto de seguridad del paciente”.
– Y hay intervenciones o personas en las que este riesgo o probabilidad de daño es mayor.
– Y esto varía conforme vamos aprendiendo. Le voy a poner un ejemplo. Un paciente ingresa a un hospital y puede sufrir una infección por gérmenes que está en el hospital. Dentro de unos años tendremos tal vez nuevos antibióticos o nuevas formas de hacer las cosas y será más difícil que un paciente adquiera esta infección.
“El conocimiento de la ciencia nos va marcando un nivel de riesgo que debe ser asumible por la organización (hospital, sistema de salud). El riesgo asumible depende de los conocimientos médicos actualizados”.
– ¿Y ocasiones en las que el daño es mínimo?
– Muchas veces el daño que genera la acción es tan leve que ni se considera que ha habido un pequeño daño. Por ejemplo, si yo receto un antibiótico que no debería haber recetado. A lo mejor el paciente vomitó dos veces o tiene náuseas o nada más. Y no se toma en cuenta como algo de seguridad cuando sí lo es.
– Y cada paciente tiene sus riesgos específicos ante cada intervención en salud.
– Evidentemente, hay riesgos generales de cualquier intervención y riesgos específicos. Cualquier intervención quirúrgica tiene una serie de riesgos tipificados: infección, sangrado. Pero eso se puede ver intensificado si eres una persona que tiene hipertensión, o que tiene diabetes o alguna otra enfermedad.
“Y también hay que decir que cuando analizamos qué personas tienen más riesgos, son quienes tienen más tienen más tiempo ingresados o a quienes se les ha hecho más intervenciones.
“Antes se decía que la medicina no curaba mucho, no era muy efectiva, pero era menos peligrosa. Ahora tenemos una medicina que es mucho más efectiva, con mejores resultados, pero es menos segura.
Por un lado, tenemos ahora técnicas más complejas, operamos a pacientes en peor situación, hacemos técnicas más arriesgadas, porque es lo que necesita el paciente para salvar su vida. Por otro lado, estamos tratando con pacientes más complejos. La población está cada vez más envejecida. Y a más edad, más vida, pero también más patologías, más enfermedades crónicas.
“Esas dos cosas, la complejidad de la medicina y la complejidad del paciente hacen que la seguridad pueda ser menor”.
– Y no podemos perder de vista que la medicina es ejercida por seres humanos, que pueden cometer errores.
– Definitivamente. Yo creo que la clave es que antes, hace unos años, esto también ocurría y los profesionales sanitarios no creían que esto pudiera mejorar.
“Como humanos que somos, vamos a cometer errores, pero si conseguimos identificarlos, trabajar para su prevención, trabajar con herramientas formativas, tener listas de verificación para que no se nos olviden cosas, vamos a poder mejorar y dar una mejor atención y más segura.
“La clave es identificar esas situaciones en las cuales se puedan cometer errores y prevenirlos en la mayor medida para evitar un daño mayor al paciente.
– ¿Cómo identificar esas áreas de mejora?
– Es muy importante decir que en muchas ocasiones la acción o el incidente que cometemos no le llega al paciente. Es decir, sucedió algo que no debió suceder, pero no impactó al paciente. Pero podría impactar a otro. Identificar esos espacios es clave para mejorar y hacer más segura la atención.
“Hay muchas más situaciones en las que el daño no llega al paciente que en las que llega. Ahí es donde está el granero de trabajo de la seguridad al paciente.
“Para que tengas un problema primero tienes que identificar que tienes un problema. Entonces informar, educar y sensibilizar a los que prestan el servicio es vital. Discutir sobre estos temas es fundamental. Por eso es fundamental que aquí en Costa Rica haya una comisión que se forme en estos temas y busque formar a otros profesionales”.
¿Qué puede confundirse con seguridad del paciente y no lo es?
– ¿Cuál es el rol de la comunicación y la información?
– Es trascendental. Muchos problemas de seguridad del paciente pueden ser por problemas de comunicación. Por ejemplo, los medicamentos que la persona se administra en casa son de los principales riesgos, pero es necesario tener claro que se están dando al paciente correcto, el medicamento correcto, con la dosificación y horarios correctos. Dejar esto claro baja los riesgos”.
– ¿Qué papel juegan los pacientes?
– Nosotros entendemos que los pacientes deben ser corresponsables de su salud y de su seguridad, pero esto exige que los profesionales sanitarios y los profesionales en derecho entendamos que no es un es un sujeto pasivo, sino que es un sujeto activo. Tenemos que empoderarles, darles formación, concienciarles y explicarles cómo nos ayudan a mejorar.
“Si el paciente es empoderado y tiene una infección, le podría recordar si es alérgico a algún tipo de antibióticos. Y luego, ese paciente formado y empoderado sabrá cómo hacer valer sus derechos.
“Debemos tener profesionales informados y concienciados que trabajan en mejorar la seguridad, y un paciente empoderado que tiene que ser corresponsable de la seguridad. Pero debemos facilitarle eso desde el lado sanitario”.