En la búsqueda de un canon estético o la mejora de su salud, tres de cada diez canarios se han puesto a dieta en el último año. A veces empujados por la estética y otras, preocupados por su salud, el 32% de los canarios ha acabado estando entre los españoles más proclives a ponerse a régimen, tan solo superados por la tendencia de Baleares (35%) y País Vasco (33%).
Así se desprende del VII Estudio de salud y Estilo de Vida de Aegon, que desentraña varios aspectos de la salud física y emocional de la sociedad española. «Los datos no son de extrañar teniendo en cuenta que Canarias es una de las comunidades con tasas más altas de obesidad y sobrepeso», argumenta Aitor Monzón, presidente del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Canarias. Según la Encuesta de Salud de Canarias de 2021, más de la mitad de los isleños (53%) padecen obesidad o sobrepeso.
Los motivos para hacer dieta suelen ser diversos. «Habitualmente se realizan para mejorar la percepción de cómo nos vemos o por salud», revela Monzón, que insiste que lo que cabría esperar en Canarias es que se hiciera por este motivo. Pero en Canarias no sucede así. «Por muchas dietas que se lleven a cabo en el Archipiélago, la salud no es la mayor de sus preocupaciones», insiste Monzón.
Los datos lo respaldan. Hasta un 65% de los españoles esgrime estar insatisfecho con su cuerpo o que su peso está por encima del ideal a la hora de ponerse a dieta. Solo un 29% lo hace por llevar una alimentación saludable. Esto provoca que la mayor parte de las dietas se lleven a cabo en cortos periodos de tiempo en busca de soluciones rápidas, cuando lo que requiere un cambio es una modificación sostenida hacia hábitos de alimentación y, en general, de vida más saludables.
«La gente no quiere tener una mejor salud, quiere bajar de peso aquí y ahora», insiste el nutricionista. Y estas ansias por encontrar soluciones milagrosas se retroalimenta gracias a la premura de las redes sociales, que muestran los cambios radicales de influencers o pacientes quienes, a su vez, deciden compartir su secreto en redes sociales.
Comer bien se ha convertido así en una industria. Tiktok, Instagram o Facebook se llenan cada día de videos virales que prometen compartir contigo «un menú semanal saludable», «ideas fáciles y saludables de cena» o «recetas para bajar de peso». También de gurús del fitness que tratan de convencer a sus espectadores sobre las bondades de la nueva dieta de moda o quienes demonizan ciertos alimentos para sacar provecho económico a través de sus propios productos.
Un menú para todos los gustos
En el menú del milagro adelgazante hay opciones para todos los paladares: ayuno intermitente, fodmaps, hipocalórica, disociada, Keto, paleodieta e incluso los pinchazos adelgazantes de Ozempic. «En redes sociales es posible ver el progreso que ha tenido una persona con este tipo de dietas, la gente se fía y es algo que llama mucho la atención», insiste Monzón, que pone el acento en la influencia que tiene en los más jóvenes. «Una chica de 12 años ve esos vídeos y puede acabar tomando agua con limón para desayunar porque alguien le ha dicho que es sano, y no es que sea malo tomar agua con limón si te gusta, pero tiene que saber que no sirve para nada», insiste el nutricionista.
Aunque no hay una dieta que tenga un seguimiento mayoritario, las más mencionadas en este estudio son la disociada, que separa los alimentos por categoría (19,3%), la Keto, alta en grasas y proteínas (18,3%), la dieta fasting o de ayuno (18%) y la dieta Ozempic o complementada con saciantes (10,9%).
«En consulta vemos a mucha gente siguiendo dietas inventadas que no están demostradas científicamente», resalta Monzón. Pero no es lo único. Cada vez es más común encontrar a personas que se han subido al carro de las dietas avaladas científicamente pero que están prescritas para personas con una patología concreta, como son la dieta sin gluten o la sin lactosa. Según el estudio, esto ha calado más en los jóvenes. Así, uno de cada cinco ha dejado de comer productos que le hacen daño por haber desarrollado una intolerancia hacia ellos como aquellos que contienen gluten, lactosa o frutos secos.
En este sentido, el nutricionista insiste en que tampoco las experiencias personales tienen porqué funcionar en otros cuerpos. De hecho, las dietas rápidas tienen peligros intrínsecos a menudo desconocidos e infravalorados. Y esto ocurre porque su efectividad suele basarse en el exceso de un determinado tipo de nutrientes y la insuficiencia de otros, lo que genera desequilibrios en el organismo poco recomendables. «Una dieta es algo muy personal, por eso hay que adecuarla a cada persona porque si no puede conllevar a carencias nutricionales o problemas de salud mental», insiste.
Las dietas están más extendidas entre las mujeres, algo que coincide con quienes han sufrido históricamente una mayor presión estética. Según estos datos, el 31,1% de las mujeres se ha puesto a dieta en el último año frente al 22,7% de los hombres. Estas fórmulas para perder peso son también más frecuentes entre las personas que se han quedado en paro (39,8%) y los teletrabajadores (36,9%).
Confianza en el especialista
Como dato positivo, cada vez son más las personas que acuden a un especialista antes de ponerse a régimen. Por primera vez este año más de la mitad (50,2%) de los encuestados recibe pautas de sus profesionales para realizar la dieta y son las recomendaciones del médico de cabecera o de los profesionales las que disponen de mayor credibilidad.
Además, en un mundo donde la exposición a comida rápida, calórica y poco saludable es continua, la población cada vez está más concienciada con comer bien y busca los mejores alimentos. Ahora son muchos los que acuden al mercado o ojo avizor para saber exactamente qué es lo que están metiendo en su cesta de la compra.
Más de la mitad de los canarios prestan atención al contenido de los alimentos que consumen. El 53% miran los ingredientes de los que está hecho mientras que el 43% sefija más en la información nutricional. Los principales alimentos que se evitan comprar son aquellos que continene aditivos, conservantes, aceite de palma o ultraprocesados. También se fijan en los alimentos muy calóricos o que contienen mucha azúcar para evitar introducirlos en sus dietas.
Paradójicamente, y pese al control que se ejerce sobre la alimentación, hasta un 60% de los canarios piensa que su dieta no es saludable y esto los coloca entre los españoles con peor autopercepción de su propia alimentación. Según la Encuesta de Salud de Canarias, el 56% de los canarios consumen fruta cada día y un 40% hace lo propio con las verduras. Sin embargo, la dieta de los isleños se basa más en productos lácteos que el 74% consume a diario y en pan, gofio y cereales no azucarados que consume el 68% cada día.
Y la inflación no ha ayudado. Hasta un 58,4% de los isleños considera que el encarecimiento de los precios ha perjudicado a su alimentación y hasta el 49% ha dejado de consumir algún alimento debido a sus altos precios. Los alimentos a los que más se ha renunciado han sido el pescado (en un 51% de los casos) y la carne (31,2%).