¿Estados Unidos al fascismo?
Si comenzamos por lo que suena más grave, tenemos que hablar de Trump y de la inminencia de las elecciones en Estados Unidos, que pueden hacerlo de nuevo presidente y, con ello provocar una tempestad política, con el tema de la inmigración como detonante clave. El magnate, que, desde su aparición estruendosa en la arena política, contendiendo por la presidencia del país en 2016, ha colmado de insultos a los inmigrantes, con especial dedicatoria a los mexicanos: “su sangre contamina la de los norteamericanos -blancos-“, lanza calumnias estúpidas e infames al mismo tiempo, como la de que los inmigrantes que viven en Springfield, Ohio -haitianos- se comen a los gatos, perros y otras mascotas de los habitantes de esa población, violenta con burdas exageraciones las cifras de la migración.
El personaje, sobre el cual el periódico francés Le Point se pregunta si es el “idiota útil de Putin o un agente ruso”, recuerda, comenta otro diario galo, Le Monde, a Sarah Palin, candidata a vicepresidenta, hace 18 años, con el republicano John McCain, héroe de la guerra, la que contribuyó a la derrota de McCain por Barack Obama. Le Monde habla de la ignorancia supina y el agresivo extremismo de Palin, que “Trump adoptó exactamente, llevándolo del nivel artesanal a la escala industrial”.
Por otra parte, es grave e indignante, que Trump se diga alarmado con la incontrolable “invasión” de inmigrantes, con énfasis en Latinoamérica y, en consecuencia, en México, y, por otra, sin embargo, que tenga haya seguidores latinos, algunos incluso afiliados al partido Republicano, The Grand Old Party (GOP). Peor aún, que, en el marco de la campaña, un Trump, cuya retórica antimigración se radicaliza, busque el voto latino y haya participado en una mesa redonda en Florida, con simpatizantes latinos, que le rindieron culto como si fuera un mesías. Y mucho peor, que el actor mexicano Eduardo Verástegui, participante en el acto, obsequiera al homenajeado una pintura con la imagen ¡de la Virgen de Guadalupe!
El escenario, pues, está montado y probablemente la imagen, no solo símbolo religioso, sino de nacionalidad mexicana, será manoseada en la conquista de votos latinos a favor del magnate neoyorkino. Y -concluyo con el tema- el hecho de que mexicanoamericanos aparezcan desvinculados -y en ocasiones hasta opuestos- a las necesidades e intereses de sus compatriotas e incluso los intereses de México, revela la necesidad urgente de crear -con fuerte apoyo económico y de expertos políticos y técnicos- el Lobby Mexicano, que, sin demeritar las labores de los múltiples grupos mexicanos y chicanos existentes, contribuya a crear, en compatriotas, consciencia de la Grandeza Mexicana: valores e intereses de los mexicanos “de a pie” y de la sociedad y Estado mexicanos. Pensar incluso que, como el Lobby Israelí en Washington, tiene influencia en la política exterior de Estados Unidos, el Mexicano también la tenga y beneficie, para empezar, a los mexicanos de la Unión Americana.
Hoy, a mediados de semana, que escribo este artículo, las encuestas preelectorales favorecen, así sea por mínimos, a Donald Trump sobre Kamala Harris, su contendiente demócrata: de los 270 votos electorales, requeridos para ser electos, Trump cuenta con 219 y Kamala con 215, aunque mientras el magnate cuenta con 93 seguros y 126 como tendencia, la candidata demócrata tiene 139 votos seguros y 76 como tendencia. En el enredado sistema electoral estadounidense.
Ojalá Kamala Harris gane los comicios y el mundo se libre de un “fascista hasta la médula”, y admirador de Hitler,como calificó a Trump el general Mark Miley, quien fue Jefe del Estado Mayor durante la presidencia de aquel. En un Estados Unidos polarizado, que caería en manos de un personaje “desquiciado e inestable”, amigo de Putin y reticente hacia Europa.
¿La Ultraderecha hunde a Europa?
El tema de los inmigrantes y la inmigración también está provocando graves turbulencias en la Unión Europea. La irrupción de la ultraderecha e incluso de partidos conservadores en gobiernos y en el Europarlamento está dando lugar a decisiones políticas muy graves, violatorias de derechos humanos y que afectan la estructura misma de la Europa comunitaria.
Lejos de regular de manera ordenada y responsable a la inmigración que, además, es la única respuesta posible al reto demográfico en sociedades envejecidas, como la europea, la Comisión Europea y no pocos Estados han impuesto graves restricciones y algunos Estados lo han cancelado incluso, al derecho de asilo, que protege tanto a desvalidos como a perseguidos políticos.
La cumbre celebrada en Bruselas la semana pasada privilegió el tema de la inmigración, haciendo énfasis en las medidas de devolución -buscando nuevas medidas de retorno- a sus países. Entre ellas, las que da la impresión que producen disfrute en los gobernantes y seguramente a un buen número de europeos: me refiero a las que permiten enviar a terceros países, a solicitantes de asilo que esperan la resolución de su caso, y a aquellos otros que no tendrían derecho ni a solicitarlo.
La satisfacción del gobernante radica en haberse quitado de encima a extranjeros cuya presencia en el país le produce críticas de sus gobernados. En lo que hace a los nacionales del país, los hay, no todos, que aborrecen a los extranjeros inmigrantes y disfrutan por el hecho de su “desaparición”.
La medida que esta siendo adoptada, tiene ya historia, pues la propia Unión Europea concertó en 2016 un pacto con Turquía para acoger a refugiados sirios. Hubo otros pactos, vinculados a la emigración subsahariana hacia Europa, suscritos con Túnez. Y otro, aunque del Reino Unido, cn Ruanda. Pactos estos, que vuelven a estar de moda con el que ha suscrito la primera ministra italiana Giorgia Meloni, con Albania. De ahí que ahora se diga que la Unión Europea ha elegido la “melonización de su política migratoria.
Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dio su brazo a torcer y se apegó a las exigencias de quince países firmantes: Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Estonia, Grecia, Italia, Chipre, Letonia, Lituania, Malta, Países Bajos, Austria, Polonia y Rumanía, que exigen un endurecimiento de la política migratoria.
Aunque Von der Leyen, quiso enfatizar que los centros de acogida de inmigrantes, serían aceptables en terceros países que fueran considerados seguros y con reglas claras sobre cuánto tiempo podría mantenerse a un migrante en un centro y qué hacer si no fuera posible el retorno al país de origen.
Lo cierto es que este endurecimiento de la polítca migratoria ha hecho decir al histórico líder ultra, Geert Wilders, cuyo partido está a la cabza del gobierno de Países Bajos: “soplan vientos nuevos en Europa”. Lo que también podría decirlo el Partido Popular español que, contra la tesis del gobierno, avaló las medidas reaccionarias de la Comisión Europea.
En efecto, España -como Bélgica- a diferencia de los quince ya mencionados, ensalzó el papel positivo de la inmigración para la economía europea en un continente en plena caída demográfica, y Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, dijo: “necesitamos solucionar el fenómeno de la inmigración con la vista puesta en las futuras generaciones y no en las próximas elecciones”.
¿Occidente se hunde y lo sustituyen los BRICS?
La respuesta a esta pregunta es interesante a la luz de la cumbre de los BRICS, celebrada en estas fechas en Kazán, Rusia. Reúne al bloque de las economías emergentes formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Representa casi la mitad de la población del planeta y el 35% del PIB mundial en paridad de poder adquisitivo. Esta conferencia es la primera que incluye a sus nuevos miembros. Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos se unieron este año al grupo tras aprobarse su ampliación en 2023. Argentina rechazó la invitación y Saudi Arabia no se ha decidido a participar.
David Gómez, analista de la web española El Orden Mundial, señala que la cumbre tiene gran relevancia para Moscú, que quiere mostrar a Occidente que no está aislado. De los integrantes del grupo, Rusia, China e Irán quieren afianzar a los BRICS como una alianza antioccidental. Pero, otros miembros como Brasil o India prefieren un equilibrio entre Pekín y Estados Unidos. Incluso Egipto y Emiratos mantienen estrechos vínculos con Washington. Claro que China podrá reafirmar su liderazgo como potencia.
El mencionado analista considera casi imposible que los BRICS se consoliden a corto plazo como alternativa a Occidente. A todos sus miembros les une su afán por ganar peso a nivel internacional, sus diferentes prioridades estratégicas dificultan cualquier enfoque común. De suerte que -digo yo- hay Estados Unidos y Occidente para rato.