Marla logró navegar el proceso gracias a su educación y conocimiento del sistema, pero sabe que no todos los miembros de su comunidad tienen esa suerte. “Logré votar, pero muchas personas como mi papá o mi abuela no habrían sabido qué hacer”, señala.
Para muchos inmigrantes y sus hijos, la falta de información accesible y la barrera del idioma hacen que votar sea una experiencia confusa y desalentadora.
Como resultado, ha asumido un papel fundamental dentro de su familia, siendo la persona a la que recurren para obtener información. “Mi familia me preguntaba: ‘¿Qué puedo hacer?’ ‘¿Qué significa esto?’ Como yo hablo inglés y soy educada, yo les daba mucha de esa información”, explica.
Para muchos jóvenes como María, estas primeras elecciones representan también la primera vez que sus familias tienen una voz en el sistema político de Estados Unidos, y ese voto no es solo para ellas, sino para todas las generaciones de inmigrantes que nunca pudieron hacerlo.
Ambas se sienten atrapadas entre opciones que no las representan completamente, y saben que su voto, aunque crucial, no resolverá todos los problemas. “No sé si este voto cambiará algo, dice María, pero lo hago por mi familia, por mis papás, por todo lo que han hecho para que yo tenga este derecho”.
Marla, por su parte, concluye con una reflexión similar: “No sé qué pasará después de estas elecciones, pero sé que votar es lo único que puedo hacer ahora para asegurarme de que mi familia esté segura”.