El Borussia Dortmund vuelve al Santiago Bernabéu. Además de ser la reedición de la última final de la Champions League y recordar el noventero episodio de las porterías, un partido entre los amarillos y los blancos evoca una imagen: la de Robert Lewandowski en el Signal Iduna Park levantando su mano y mostrando cuatro dedos tras marcar un póker al Real Madrid en la ida de semifinales de la Champions 12/13. Esa fue la imagen que quedó para la posteridad, pero estuvo cerca, a apenas un gol, de ser un mero mal recuerdo de una nueva remontada histórica. Una que nunca llegó. El conato de noche milagrosa de la generación Cristiano. Su victoria más amarga.
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Después de la dolorosa eliminación ante el Bayern de Múnich en penaltis en una 11/12 en la que los blancos arrasaron en LaLiga, la 12/13 dejó todo fiado a la Champions League en el Bernabéu con un Madrid más errático que durante la temporada de los récords. Tras eliminar al Manchester United gracias a un gran gol de Modric y al Galatasaray, el Real Madrid empalmaba su tercera semifinal seguida en Europa ante el Dortmund. Tras la horrible noche de la ida, Madrid se preparaba para una gran remontada.
El ambiente de gran noche europea y un tifo en el fondo dio inicio a un vendaval. “Madrid vibra por ella” y una Champions gigante en forma de mosaico recibía a los jugadores en un Bernabéu hasta los topes que pedía “once Juanitos”.
El partido arrancó con dos tiros lejanos de Varane y Di María que se fueron altos. Los blancos arrancaron arrebatados por el ímpetu de su estadio, pero la moneda salió cruz en cada golpe de suerte que necesitaban para estar en Wembley. El primero nació de un despiste de Schmelzer. Modric le robó el balón en banda, Özil controló en la frontal y puso a Higuain delante de Weidenfeller. Un par de maniobras para acomodarse el balón y un disparo potente del 20, que el 1 del Dortmund sacó con su pierna derecha. El meta se imponía en un mano a mano y daba vida a los amarillos, que evitaban el primer golpe cuando corría apenas el minuto 3.
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Las llegadas se sucedían hasta que Lewandowski avisó con un peligroso remate en el 12. Justo después, otro momento clave caería a favor del Dortmund. Higuaín aparecía donde Özil y esta vez era el goleador argentino el que habilitaba al 10 para un mano a mano con Weidenfeller. Dado que el Pipita buscó al palo largo y la acabó sacando, Özil lo intentó con un disparo al corto, a lo Mbappé. Tanto ajustó, y tan bien tapó el meta, que el tiro se fue fuera.
Cristiano también tuvo la suya. El portugués recibió un pase largo en el corazón del área, la paró con el pecho y remató en medio escorzo con su diestra. A Weidenfeller le sonreía todo. El balón estrellado de la Champions fue a parar directo a su hombro. A Kaká se le fue un remate rozando el palo… Nada sonreía a los blancos hasta el 83 y el 88. Benzema empujó un centro desde la derecha para hacer el 1-0 y Sergio Ramos, capitán aquella noche con la suplencia de Casillas, haría el 2-0 a pase del francés con un remate de gran delantero centro.
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El Bernabéu ardía ante la cercanía de una posible remontada, pero no hubo más grandes ocasiones. El árbitro pitó el final, Mourinho abrazó a Klopp, Cristiano agradecía el apoyo al respetable y todos los futbolistas blancos mostraban caras de decepción. Mientras, el preparador alemán, con sus icónicas gafas de pasta, entraba al césped a celebrar el billete a la final con los Lewandowski, Hummels, Götze o Reus que sobrevivieron a una tormenta (21 disparos, 10 a puerta) casi perfecta en el Santiago Bernabéu.
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