Los Inmigrantes Modernos: ¿Por Qué Vienen?

En una encuesta nacional realizada el mes pasado por Marist Poll para National Public Radio y PBS News, el 44 por ciento de los votantes registrados dijo que la inmigración era un factor decisivo para decidir a quién apoyar como presidente. Otro 43 por ciento dijo que era un factor importante. En esta serie, examinamos qué atrae a los inmigrantes latinos a las Highlands, el proceso que siguen para quedarse y el efecto en las escuelas locales.

Joseph Biavati cruzó la frontera de Tijuana hacia California hace 32 años escondido en un camión de heno. Dijo que lo hizo porque su familia se estaba muriendo de hambre en un Brasil desgarrado por el conflicto. “Comíamos una sola vez al día ”, dijo. “Era medio pollo para mí, mi esposa y mi bebé. Y una botella de agua. Eso era todo”.

Después de establecerse inicialmente en Port Chester, en 2004 trasladó a su familia a Philipstown por la misma razón por la que muchos otros llegan a las Highlands: las escuelas públicas.

Cuando a su hijo David le diagnosticaron autismo, un médico le dijo que Haldane estaba bien equipado para ayudar a niños con necesidades especiales. David, nacido en Estados Unidos, no habló hasta los 4 años y exhibió comportamientos curiosos, como alinear las piezas de su rompecabezas como si fuera un tren. Los terapeutas y maestros de Haldane hicieron grandes avances con David, enseñándole a comunicarse e interactuar con los demás, dijo su padre. “Fueron fantásticos”, dijo.

David se graduó de Haldane hace tres años como estudiante de cuadro de honor.

La historia de Biavati es similar a la de muchos inmigrantes indocumentados que viven en las Highlands, pero no se ajusta a la retórica polémica y a menudo racista de la actual temporada política.

Según datos estatales, los inmigrantes recientes de América Central y del Sur no han traído crimen a la región. Más bien, salvo por su estatus legal, son como nuevos residentes que migran de otros condados y estados de Estados Unidos en busca de una vida mejor en los suburbios, viviendas asequibles y escuelas de calidad. La diferencia es que los inmigrantes indocumentados suelen ocupar los puestos peor pagados.

Un informe de enero de la Iniciativa de Investigación de Inmigración, un grupo de expertos no partidista, dijo que los trabajos más comunes para los inmigrantes recién llegados son Empleados domésticos, conserjes, camareros, camioneros, cajeros, mensajeros y repartidores . Después de cinco o diez años, los empleos más comunes son los de asistente de salud a domicilio y vendedores minoristas.

Se estima que 850.000 inmigrantes indocumentados (es decir, que no tienen permiso de trabajo ni tarjeta verde) viven en el estado de Nueva York, la mayoría en la ciudad de Nueva York, según el Instituto de Política Migratoria de Washington, DC. Se desconoce cuántos han llegado a las Highlands. Pero si los datos de los tribunales de inmigración son indicativos, las cifras han aumentado drásticamente en las últimas dos décadas. Hasta agosto, hubo casi 400 nuevos casos de inmigración citando a residentes del condado de Putnam, según el Transaction Records Access Clearinghouse de la Universidad de Syracuse (TRAC). En 2004, hubo 34 casos presentados durante todo el año.

Las cifras de Dutchess son similares. En agosto, había 779 casos de inmigración. En 2004, hubo 33. Alrededor del 75 por ciento de esos casos pertenecen a inmigrantes de América Central y del Sur, según TRAC.

¿Dónde están los solicitantes de asilo?

En mayo de 2023, legisladores del condado de Orange y grupos activistas como For the Many y Beacon Climate Action Now encabezaron campañas de donaciones y apoyo para casi 200 inmigrantes transportados en autobús desde la ciudad de Nueva York a dos hoteles en la ciudad de Newburgh y al Red Roof Inn en Route 9 en Poughkeepsie.

La ciudad de Nueva York estaba teniendo dificultades para acoger a más de 60.000 nuevos solicitantes de asilo, algunos de los cuales habían sido trasladados en autobús desde Texas por orden del gobernador Greg Abbott. La ciudad argumentó que la ley le permitía, “como último recurso”, enviar a los inmigrantes al norte del estado.

La mayoría de los solicitantes de asilo provienen de países latinoamericanos como Ecuador y Colombia, y muchos de África (por ejemplo, Guinea, Senegal y Mauritania), China, Rusia y Haití. Los venezolanos que huyen de la pobreza, el crimen y la represión política constituyen la mayor parte de los inmigrantes que llegan a la ciudad de Nueva York.

El condado de Orange y la ciudad de Newburgh respondieron a las llegadas de personas de la ciudad de Nueva York interponiendo demandas contra los hoteles, y los ejecutivos del condado de Dutchess y Putnam les prohibieron alojar a solicitantes de asilo. Dutchess también demandó a la ciudad de Nueva York.

Ninguno de los inmigrantes fue enviado al condado de Putnam, pero el 5 de julio, la Legislatura votó 7-1 para prohibir que la ciudad de Nueva York utilice los alojamientos del condado como refugios.

En una segunda votación de 7 a 1, los legisladores declararon a Putnam como un condado de “estado de derecho” y prometieron cooperar con los funcionarios federales de inmigración para identificar a los criminales. La resolución enfatizó que Putnam “no es un condado santuario”.

Esa votación consagró como leyes las órdenes ejecutivas emitidas por el ejecutivo del condado Kevin Byrne, quien dijo que eran necesarias “para proteger la vida y la propiedad” debido a una “preocupación razonable de peligro inmediato”.

Nancy Montgomery, quien representa a Philipstown y parte de Putnam Valley como la única demócrata de la Legislatura, emitió los dos votos “no”.

En septiembre, la ciudad de Nueva York informó que había 61.700 solicitantes de asilo alojados en 212 albergues y hoteles financiados por la ciudad. La ciudad también está pagando habitaciones para 1.437 inmigrantes fuera de la ciudad de Nueva York, cifra menor que la de 2.263 que había en febrero.

En una presentación judicial del 3 de octubre, la ciudad dijo que planea reubicar a los inmigrantes que se encuentran alojados en hoteles del norte del estado antes de fin de año. Durante el verano, funcionarios de la ciudad y del estado dijeron que a aquellas personas y familias que no reciben alojamiento permanente se les podría permitir regresar a la ciudad de Nueva York y reingresar en al sistema de albergues.

Al mismo tiempo, se ha producido un aumento drástico de la población latina en los condados de Putnam y Dutchess. En Dutchess, los hispanos representaban el 15 por ciento de la población en 2022, en comparación con el 4 por ciento tres décadas antes, según datos del censo de Estados Unidos. Los hispanos representan el 20 por ciento de la población en Beacon; en 1992 eran el 14 por ciento.

En Putnam, la población era 19 por ciento hispana en 2022, en comparación con el 3 por ciento en 1992. En Estados Unidos, se estima que el 13 por ciento de los latinos son indocumentados, mientras que el 87 por ciento son ciudadanos estadounidenses o residentes legales.

Los inmigrantes llegan a las Highlands y al Valle del Hudson en busca de “la buena vida”, dijo Allan Wernick, un abogado que fundó CUNY Citizenship NOW, el programa de asistencia legal universitario más grande del país. “Los inmigrantes indocumentados buscan lo mismo que todos nosotros, un lugar seguro donde los niños puedan recibir una buena educación y un lugar donde puedan encontrar trabajo”.

La buena vida fue la razón por la que Renato Saldaña emigró de Cuenca, Ecuador, donde ganaba 300 dólares al mes en su oficio de bordar ropa. En 2009 pagó a los “coyotes” (traficantes de personas) 12.500 dólares y dejó a su esposa y sus dos hijas para embarcarse en una odisea de dos meses y medio con paradas en Panamá, Honduras y México. Cruzó la frontera en McAllen, Texas, escondido en el compartimento dormitorio de un camión con remolque.

Saldaña se dirigió a Philipstown, donde encontró un pequeño apartamento en Route 9D, justo al norte del Appalachian Market. Su primer trabajo fue en un camión de basura de Peekskill antes de encontrar trabajo en una fábrica de ropa en Yorktown Heights. Cuando sus hijas llegaron en 2017, las envió a la escuela secundaria Haldane, donde se graduaron con honores. Saldaña vive en Cortlandt y está tratando de iniciar su propio negocio de bordado.

¿Cómo se siente al mudarse a Estados Unidos? “Es un buen país”, dijo Saldaña, a través de un traductor. “Sería mejor sin el racismo. Pero también tenemos problemas en nuestro propio país. Estamos mejor aquí”.

Los Saldaña se encuentran entre los miles de inmigrantes que llegaron a la zona desde Ecuador, Guatemala, El Salvador, México y Honduras, los países más comunes de llegada de inmigrantes a los condados de Putnam y Dutchess, según TRAC. También llegan a la zona inmigrates no hispanos, pero no en la misma cantidad.

Lo que hacen la mayoría de estos inmigrantes una vez que llegan aquí está claro: trabajos mal remunerados.

“Están haciendo los trabajos que nadie más quiere hacer, que son la columna vertebral de nuestra economía”, dijo Brahvan Ranga, director político de Make the Road New York, que aboga por los inmigrantes.

Una de esas trabajadoras mal pagadas era Delma Perera, que ganaba 8 dólares por hora cuando llegó a Estados Unidos en 2002 desde Uruguay, después de haber vencido su visa de turista. Eso era cuatro veces más de lo que podría ganar como maestra en su país, dijo, y agregó que su plan original era ganar suficiente dinero para regresar a Uruguay y comprar una casa.

Se instaló en Ossining antes de mudarse a Peekskill y luego a Philipstown. ¿Qué hacía para ganar dinero? “Cualquier cosa”, recuerda. “Si querías que limpiara la piscina, limpiaba la piscina. Limpiaba casas. Fui camarera en una fiesta de graduación”.

Perera, que recientemente se mudó a Wappingers Falls, ahora es asistente de enfermería certificada y trabaja como asistente de atención médica a domicilio. Gana entre $15 y $25 por hora.

Aunque muchos aceptan trabajos mal pagados, una cosa que los inmigrantes no parecen hacer a menudo es cometer delitos. En Putnam, la cantidad de delitos violentos registrados se ha mantenido estable en cuatro a seis por cada 10.000 residentes durante 20 años, según las estadísticas federales sobre delincuencia. En Dutchess, se mantuvieron en 20 a 22 por cada 10.000 residentes.

“Los inmigrantes hacen que los lugares sean más seguros”, dijo Joseph Lavetsky , un abogado de inmigración con sede en Beacon, porque lo último que la mayoría de los inmigrantes quieren es atraer la atención de las fuerzas del orden. La actividad delictiva puede hacer que lo deporten, dijo. Los arrestos por delitos violentos, conducir ebrio o incluso saltarse los torniquetes del metro perjudican los intentos de obtener permisos de trabajo y tarjetas verdes, los primeros pasos hacia la ciudadanía.

Mientras tanto, muchos inmigrantes indocumentados pagan impuestos. En 2022, los inmigrantes indocumentados pagaron 96.700 millones de dólares en impuestos federales, estatales y locales, según el Instituto de Política Fiscal y Económica. El estado de Nueva York recauda 3.100 millones de dólares en impuestos de los inmigrantes, y cada uno paga una media de unos 9.000 dólares, según el ITEP.

Renato Saldaña dijo que comenzó a pagar impuestos en 2014 después de enterarse de que podía obtener lo que el IRS llama un Número de Identificación Personal del Contribuyente. De hecho, los abogados aconsejan rutinariamente a los inmigrantes indocumentados que paguen sus impuestos y mantengan registros cuidadosos como una forma de documentar su buena fe cuando solicitan permisos de trabajo y tarjetas verdes.

“Pago mis impuestos todos los años”, dijo Perera, que tiene un permiso de trabajo. “Sigo las reglas, pero no puedo votar”.

La semana que viene: El camino para quedarse

Este artículo fue traducido con AI y editado por Teresa Lagerman.