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Calidad de vida y bienestar: el doble desafío de las supervivientes de cáncer de mama

Autor: Gaceta Medica

La supervivencia a largo plazo en el cáncer de mama ha mejorado significativamente en las últimas décadas, gracias a los avances en el diagnóstico temprano y las innovaciones terapéuticas. Sin embargo, sigue siendo un desafío importante para el sistema de salud, ya que los efectos secundarios del tratamiento y las recurrencias pueden afectar la calidad de vida de las pacientes. Con enfoques más personalizados, la investigación se centra en optimizar los tratamientos y reducir las complicaciones a largo plazo, ofreciendo una mejor esperanza de vida y bienestar a las personas afectadas.

El abordaje psicológico en pacientes con cáncer de mama y sus familiares es fundamental, ya que el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad generan un fuerte impacto emocional. La ansiedad y la alteración de la imagen corporal son comunes entre las pacientes, lo que puede afectar su bienestar general y su capacidad para enfrentar el proceso terapéutico. Para los familiares, la situación también supone un reto emocional y puede generar estrés y agotamiento. Un adecuado apoyo psicológico mejora la calidad de vida, ayuda a gestionar las emociones y favorece la adherencia a los tratamientos, además de fortalecer las redes de apoyo familiares y sociales.

Asimismo, este manejo psicológico es igual de crucial en las largas supervivientes de cáncer de mama para su bienestar a largo plazo. Aunque muchas han superado el cáncer, a menudo enfrentan secuelas emocionales como el miedo por la recurrencia, depresión, cambios en la autoestima y dificultades para adaptarse a una nueva normalidad. Estas supervivientes también pueden experimentar fatiga crónica, problemas de memoria y otros efectos secundarios derivados de los tratamientos. El apoyo psicológico no solo les ayuda a procesar estos desafíos emocionales y físicos, sino que también contribuye a mejorar su calidad de vida, fomentando una mayor resiliencia y adaptación en esta nueva etapa de sus vidas.

De paciente a superviviente

Desde el momento en que se diagnostica a una paciente con cáncer de mama, esta es supervisada continuamente por su oncólogo durante el tratamiento. Sin embargo, una vez finalizado, la paciente entra en la fase de revisión de la enfermedad.

En una entrevista con Gaceta Médica, Elías López, oncólogo y técnico de atención al paciente de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), asegura que “en los primeros años, estas revisiones son más frecuentes, cada tres o seis meses y, a medida que la paciente alcanza una supervivencia a largo plazo, generalmente después de cinco años, el seguimiento se reduce a una vez al año”. Así, explica que, en algunos casos, tras 10 años, se da de alta a las pacientes; aunque, “lo ideal sería que las revisiones continuaran anualmente, ya que nunca deberían estar completamente desvinculadas del seguimiento médico“.

En cuanto a los efectos a largo plazo de los tratamientos o de la enfermedad, las supervivientes de cáncer de mama atraviesan diferentes etapas: desde el diagnóstico y tratamiento hasta la fase de supervivencia. “Recientemente, se presentó un estudio del Observatorio del Cáncer que destaca que las pacientes que sobreviven al cáncer a menudo enfrentan secuelas o problemas en diversas áreas, incluyendo físicas, emocionales y laborales”, explica el oncólogo.

Los problemas físicos son comunes, y se estima que aproximadamente la mitad de las supervivientes experimentarán efectos secundarios durante y después del tratamiento, como dolores articulares, musculares y fatiga, especialmente si están bajo hormonoterapia a largo plazo. “También es importante tener en cuenta los problemas emocionales, como el miedo a la recaída, que afecta al bienestar de muchas pacientes”, señala López. “Además, se ha observado que alrededor del 20 por ciento de las supervivientes abandonan su vida laboral debido a las secuelas del tratamiento”, añade el especialista.

“Se ha observado que alrededor del 20 por ciento de las supervivientes abandonan su vida laboral debido a las secuelas del tratamiento”

Elías López, oncólogo de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC)

Además, el experto subraya que los hábitos de vida saludables, como evitar el tabaco y el alcohol, hacer ejercicio regularmente y seguir una dieta equilibrada, son fundamentales para prevenir la aparición de tumores y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, “una vez que se ha diagnosticado un tumor, mantener estos hábitos se vuelve crucial para mejorar la calidad de vida del paciente”, asegura López. Mantener un estilo de vida saludable es importante para reducir el riesgo de desarrollar un segundo tumor y es esencial que el paciente tome conciencia de esto. “Aunque puede ser complicado integrar la actividad física debido a los dolores causados por los tratamientos, es importante esforzarse por encontrar formas de hacerlo, ya que el ejercicio tiene un impacto positivo en el bienestar general”, añade el oncólogo.

Estos efectos relacionados indirectamente con la enfermedad deberían abordarse en las consultas de seguimiento si las supervivientes lo requieren. “Sin embargo, la capacidad del Sistema Nacional de Salud para ofrecer soluciones efectivas a estas inquietudes no siempre es suficiente”, subraya el oncólogo, que además indica que “la realidad es que, aunque las pacientes pueden manifestar sus preocupaciones, el sistema a menudo no abarca todas sus necesidades”.

Impacto psicológico del diagnóstico: de paciente a cuidador

A menudo, hay una persona que se identifica como el cuidador principal del paciente, aunque en muchos casos, este papel puede rotar entre varios familiares a lo largo del proceso. “Hablando de esta relación dinámica entre el paciente y los cuidadores, es común observar que lo que experimenta uno impacta a los demás, aunque cada persona lo exprese de manera diferente”, señala a GM Leticia Rojo, psicooncóloga de la AECC. Un diagnóstico de cáncer suele provocar una crisis en el núcleo familiar, lo que obliga a todos a asumir nuevos roles. “Antes de la enfermedad, es posible que algunos familiares no cuidaran tanto al enfermo, pero ahora deben aprender a manejar estas nuevas responsabilidades y adaptarse a la rutina médica y el lenguaje técnico del equipo de salud”, asegura la especialista.

Este cambio, que no se elige, puede generar un impacto psicológico significativo, que a menudo se manifiesta en forma de shock inicial e incredulidad, con pensamientos como “esto no puede estar sucediendo”, aunque la realidad indique lo contrario. Esto conlleva también una alta ansiedad tanto en el paciente como en los cuidadores. Según Rojo, “un fenómeno que se observa frecuentemente en los cuidadores es la sobreprotección hacia el paciente, que, aunque nace de un deseo de cuidado, puede resultar contraproducente, ya que puede limitar la autonomía del paciente”.

La sobreprotección, aunque sea bien intencionada y con el objetivo de proporcionar bienestar, puede crear un ambiente poco saludable, donde el paciente se siente restringido y el cuidador se siente abrumado. “Desde la psicología, es importante abordar esta dinámica y fomentar una comunicación más abierta y honesta entre todos los involucrados”, destaca la experta, que añade que “esta transparencia puede ayudar a reducir la ansiedad y a mejorar la funcionalidad del grupo familiar”. Además, se recomienda que las conversaciones no se limiten exclusivamente al cáncer, sino que también incluyan otros aspectos de la vida cotidiana.

“Desde la psicología es importante fomentar una comunicación más abierta y honesta entre todos los involucrados”

Leticia Rojo, psicooncóloga de la AECC

Malestar emocional

Según datos del informe “Calidad de vida y necesidades en supervivientes de cáncer de mama. Un estudio cuantitativo”, el 52,9 por ciento de estas mujeres han sentido con mucha frecuencia preocupación por su imagen corporal y la apariencia física y un 67 por ciento afirma haber sentido miedo a la recurrencia de la enfermedad. Estos son solo algunos de los datos que muestran el impacto negativo que tiene esta enfermedad en el bienestar de estas mujeres.

Estas emociones constantes son agotadoras para las personas que, de por sí, acaban de superar una enfermedad complicada. “La analogía con la espada de Damocles refleja la constante sensación de miedo que experimentan las pacientes: después de haber vivido una experiencia tan intensa, es natural preguntarse por qué no podría volver a pasar”, indica Rojo. Esta percepción de un peligro inminente es común en esta etapa y se manifiesta como una preocupación constante. “Expresar estos miedos, ya sea escribiéndolos o compartiéndolos con alguien de confianza, es fundamental, así como contrastar estos temores con la opinión de un profesional experto puede ayudar a aclarar dudas y reducir la ansiedad y la incertidumbre que sienten, mejorando su bienestar”, destaca la psicooncóloga.

“Expresar estos miedos, ya sea escribiéndolos o compartiéndolos con alguien de confianza, es fundamental, así como contrastar estos temores con la opinión de un profesional experto

Leticia Rojo, psicooncóloga de la AECC

Además, tal y como explica la especialista, en psicología se utilizan metáforas para abordar estos miedos. “Por ejemplo, se puede comparar la mente con una radio que emite pensamientos; algunos son útiles, pero muchos otros son erróneos y pueden desviar nuestra atención”. Lograr apagar o reducir el volumen de estos pensamientos, permitirá que las supervivientes se concentren en actividades que realmente importan en el presente. “El riesgo de dejarse llevar por un miedo ansioso al futuro es el que nos distrae de lo que está sucediendo ahora y puede ser agotador”, afirma Rojo.

Estrategias de superación

Proporcionar información precisa y útil sobre las sensaciones que se experimentan y cómo interpretarlas es clave para generar seguridad. Asimismo, aprender a discernir entre pensamientos útiles e inútiles permite a las pacientes y supervivientes conectarse mejor con su realidad y centrarse en actividades que les resulten gratificantes. De acuerdo con la psicooncóloga, “esto es esencial para el bienestar emocional y para mantener un cerebro saludable, evitando la liberación de hormonas que no ayudan en ese momento”.

Las técnicas de relajación, como la respiración guiada, son herramientas valiosas para ayudar a las personas a detenerse y tomar conciencia de su estado presente. “Es importante permitirse sentirse desbordada o nerviosa, ya que estas emociones son reales”, aclara Rojo, quien destaca que “aceptar y expresar estos miedos puede ser un primer paso para reducir la ansiedad y manejar mejor la situación”.


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