Talentos guipuzcoanos por el mundo: el futuro de las artes escénicas | El Diario Vasco

Aunque cada vez el catálogo formativo se amplía en lo que a educación artística se refiere, todavía no es suficiente. «En este momento en artes, y en concreto en las escénicas, hay muy poca oferta», destacan las futuras promesas del mundo del espectáculo a iniciar sus recorridos fuera de nuestras fronteras. Por fortuna, ayudas como las de la Diputación de Gipuzkoa de becar y ayudar en el proceso formativo de, este año 17 alumnos a los que permitir estudiar en centros homologados internacionales, logrando así «impulsar el talento y la internacionalización de artistas del territorio y contribuir en su desarrollo», en consideración de la Diputada de Cultura Goizane Álvarez. De lo seleccionados cuatro han decidido compartir sus experiencias con este periódico:«Los deseos se cumplen, pero hay que pelearlos», concuerdan.

Para Inés Legarda Ruiz (17 años), este es su primer año en la diplomatura en Actuación y Creación Audiovisual que ha decidido cursar en el Madrid Drama Audiovisual School (MADS), un centro creado por las directoras de casting Eva Leira y Yolanda Serrano, aplicado a la faceta más práctica de la labor del intérprete. «Es, sobre todo, una formación muy práctica. Consta de dos años de formación regular y una de práctica en el rodaje de un proyecto», explica la estudiante de interpretación, «donde se trabaja, no solo aspectos referidos a la actuación, sino también aplicados al campo técnico, porque quieren que los futuros actores seamos cada vez más autosuficientes, porque, al fin y al cabo, nadie va a pensar más en tu personaje que tú mismo».

Dice que su afición por el teatro empieza cuando, «de muy niña», ve una representación familiar, grabada en VHS de ‘La venganza de Don Mendo’. «Yo era tímida y muy estudiosa, pero interpretar era lo mío y me acabé dando cuenta. Muchas veces he tenido que escuchar que, con las notas buenas que sacaba, estudiar para actriz era malgastar tu futuro. Creo que querer ser actriz está considerado un hándicap», opina la guipuzcoana a la que «nada le llamaba más la atención» que su hobbie. Sobre su porvenir, Ruiz espera poder terminar su diplomatura en Madrid y después, aunque todavía sin tenerlo claro, «a seguir formándose. No aspiro a ser una actriz famosa. Solo quiero trabajar para lo que me he preparado», revela.

Ya con 5 años, el hondarribiarra Mikel Arana (17 años), sintió el ‘gusanillo del escenario’. «Fue al ver bailar a mi hermana. Según terminó la coreografía le dije a mi madre que quería estar encima de un escenario». A los 9 ya se veía, como profesional, dedicándose al baile. «Me apunté a clases de balé en Biarritz y las compaginaba con mis estudios en Hondarribia», relata Arana, quien a los 14 años ya estaba matriculado en el Conservatorio de Música y Danza de París– «me quedaba allí durante la semana y venía a casa los fines de semana»–, hasta que, «sin decirles nada a mis padres audicioné para el Conservatorio Annarella, en Portugal. «Aquí enseñan la escuela cubana del balé, y creo que es importante que un bailarín se nutra de las diferentes escuelas que existen y aprender a moverse también tanto en la disciplina clásica como en la actual», opina el estudiante sobre su programa formativo, que consta de 3 años y en uno de los centros, a su juicio, «más completos en lo que a educación dancística se refiere».

Al fin y al cabo, el ballet «es una disciplina que implica constancia y muchísimo esfuerzo». A solo un año de acabar, Arana aspira a convertirse en profesional del ballet y la danza clásica, aunque también de la actual. «Probaré a audicionar, para eso me estoy preparando, aunque soy consciente de que la suerte y el hacerte ver también son factores a tener en cuenta para poder vivir de esto porque es imprescindible darte a conocer, que sepan de ti», reflexiona.

A Isabel Gallur (22 años) le queda un año para completar su formación en Canto Lírico en Estados Unidos, aunque ya adelanta que elegido «una profesión en la que voy a tener que estar continuamente estudiando». Aficionada a la música desde niña– quedó impactada tras ver la ópera ‘Carmen’ representada–, también toca el piano desde joven. Fue parte, un lustro, del Orfeón Donostiarra, mientras que nunca ha dejado de reparar en el cuidado y educación de su voz. Precisamente, fue su instructora y profesora de canto, «y guía», Naroa Enekotegi quien le hizo ver que, siendo constante, podría «hacer de su afición una profesión». Sus padres, sin ningún antecedente musical ni pertenecer al oficio, comprendieron las aspiraciones de su hija y «se han convertido en soportes imprescindibles en mi vida», recalca.

Del Mannes School of Music de Nueva York, donde recibió clases de Diana Soviero, «una de las mejores sopranos y profesoras», pasó a la New Jersey City University, donde la joven promesa de la música lírica afirma estar «en constante aprendizaje de la técnica musical y todo lo relacionado con el cuerpo y la presencia escénica, además de disciplinas más teóricas, pero también fundamentales, como la psicología o la historia de la música. Sobre el futuro, que «se presenta incierto» adelanta tener la intención de regresar a Euskadi y empezar a audicionar. «Haré castings, pruebas… quiero empezar a, poco a poco, adentrarme en el oficio, aunque siendo consciente de que la música es una profesión de constante aprendizaje», concluye.

Lo de Markel García (17 años) y el baile es una pasión que nace en la infancia:adora bailar «desde los 4 años» que lleva bailando. «Es lo que me hace feliz, lo que me gusta y en lo que pienso las 24 horas del día». Su pasión por la danza urbana, le ha llevado a querer formarse en el Élite Estudio Madrid, un centro que considera oferta «un programa variado, que te permite poder elegir la especialización que consideres y poder ser un bailarín completo, que es lo que busco». Su primer año en la capital y en el centro que nace en 2018– «bastante reciente»– le ha servido para «explorar mi movimiento y mi propio cuerpo, además de haberme ayudado a aprender a gestionar y expresarme».

Acerca de su futuro, García considera que «a pesar de que el camino es complicado, si tu decisión es clara, hay que luchar por ello». No obstante, el estudiante admite de que no ha sido fácil decantarse por los estudios a cursar, dado que «a danza urbana es una disciplina más bien nueva, los estudios no están ni reglados. «Hay mucho que hacer aún», manifiesta García.