María Francisca Teresa, también conocida como Santa Teresita del Niño Jesús, fue la hija de un relojero y una costurera francesa, tuvo una infancia feliz y llena de buenos ejemplos, pero no era particularmente devota de la religión, según el medio religioso ‘Catholic.net’.
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Cuando tenía cuatro años de edad, en 1877, su mamá falleció y su padre decidió mudarse a Lisieux para que su tía las pudiera cuidar; en ese entonces, su hermana mayor, Paulina, se encargaba de darle clases de religión a ella y sus otras dos hermanas, lo cual le ayudó para ingresar al convento de las carmelitas.
Por lo cual María Francisca Teresa se sintió interesada, pero no fue sino hasta la Navidad de ese año que tuvo lo que ella llamó su “conversión”, puesto que tras una hora de haber celebrado el nacimiento del Niño Jesús, aseguraba que “Dios se había hecho débil y pequeño por amor a ella para hacerla fuerte y valiente”.
Cuando tenía quince años se unió al convento de las carmelitas cumpliendo con todos sus deberes. Su penitencia más dura era el frío del invierno en el convento, por lo que dijo: “Quería Jesús concederme el martirio del corazón o el martirio de la carne; preferiría que me concediera ambos”.
Falleció en 1897 y en 1925 el papa Pío XI la canonizó, después la proclamó como la patrona universal de las misiones, refiriéndose a ella como “la estrella de mi pontificado” e incluso la llegó a definir como “un huracán de gloria” debido a su devoción, de acuerdo con ‘Aciprensa’.
Amabilísima santa Teresita del Niño Jesús,
ejemplo de pureza, de generosidad y entrega,
que nunca negaste nada a tu amadísimo Jesús,
ni dejaste de seguir sus pasos,
que hiciste siempre el bien, como el divino maestro,
por lo que fuiste premiada con grandes privilegios y dones;
Tu santa bendita, que, conforme a tu promesa,
desde los cielos, por tus ruegos y poderosa intercesión,
haces descender multitud de favores y milagros
a los que desalentados y afligidos acudimos a ti,
a los que solicitamos confiados tu protección y auxilio,
presenta nuestras plegarias a Dios padre,
a Dios, hijo y Dios, espíritu santo,
y con tu asistencia milagrosa
consigue que nuestros deseos sean atendidos.
Padre eterno, que con infinita misericordia
recompensas a los que con fidelidad escuchan tu palabra
por el amor puro que hacia ti sintió
la angelical santa Teresita del Niño Jesús,
por sus virtudes, por haber cumplido siempre tu voluntad
y por el amor que nos demostró a los hombres,
derrama hoy sobre mí tus bendiciones,
asísteme con tu divina providencia
y ayúdame en mis difíciles necesidades y problemas,
muéstrate favorable a las súplicas que ella presenta por mí
y concédeme la gracia que tanto preciso:
(Pedir el primer favor que se desea conseguir).
Amén.
Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración a la sangre de Cristo para comenzar el día | El Tiempo
*Oración tomada de ‘Hozana’.
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