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Georgia: evangélicos, minorías y una papeleta saturada

Autor: EL PAIS

Jimmy Nolen entra en la tienda de Rome (Georgia, EEUU) con una gran caja bajo el brazo. Dentro está una de las posesiones más valiosas de este hombre de 70 años, que se define como un vaquero moderno. Es un sombrero de piel de castor que tiene décadas. Lo ha traído para que le alisen el ala y se lo limpien, y espera traspasarlo como herencia a alguno de sus nietos, de 9 y 14 años, quienes lo acompañan para que su abuelo les compre su primer par de botas vaqueras. “No hay mejor calzado que este. No me las quito nunca”, dice Nolen, que esta mañana, sin embargo, ha optado por un par de cómodas sandalias.

Jimmy Nolen, votante republicano.
Jimmy Nolen, votante republicano.RICHARD PIERRIN

Nolen, de piel curtida por el sol y penetrantes ojos azules, forma parte de la base de votantes de Donald Trump en Georgia, un Estado del sur de 10 millones de habitantes que hace cuatro años se decidió apretadamente en favor de Joe Biden, el primer demócrata que lo ganó desde Bill Clinton en 1992. Hoy es uno de los siete territorios en disputa donde Kamala Harris y Donald Trump están empatados rumbo al 5 de noviembre. El expresidente republicano tiene abierta una causa judicial en el Estado por intentar revertir su derrota electoral de 2020. Este juicio se mantiene sin fecha.

El vaquero jubilado trabajó durante 20 años en la industria del acero y después fue vendedor en varias empresas, entre ellas Dow Chemical. Hoy vive en una granja en Rome, un pueblo de menos de 40.000 personas ubicado en el corazón del Distrito legislativo 14, una región que mandó a Washington como su representante a la radical Marjorie Taylor Greene, una de las legisladoras estrella del movimiento MAGA (Make America Great Again). Joe Biden ganó la batalla en Georgia por menos de 12.000 votos, pero perdió el condado de Floyd (donde está Rome) por 40 puntos.

Vista de la ciudad de Atlanta, (Georgia)
Vista de la ciudad de Atlanta, (Georgia)Richard PIERRIN

“La gente del sur somos buenos, pero cuando nos traicionan ya no hay vuelta atrás”, dice Nolen. El último votante demócrata en su familia fue su abuelo. Desde entonces apoya a candidatos conservadores. Nada le hará cambiar de opinión. “Cuando me topo con algún demócrata hago como que lo oigo, pero en realidad no le pongo mucha atención porque no me gustan sus ideas”, dice. Se queja de cómo todo se ha encarecido, responsabilizando a quienes han llegado de otros Estados, como California. “Antes era muy raro ver hispanos por aquí. Ahora están en todas partes”, señala. “Mis hijos dicen lo mismo; dos tercios en la escuela son latinos”, añade la dependienta. “Si no es que más…”, comenta Derek, quien le limpia el sombrero.

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La región en la que se mueve Nolen, al norte de Atlanta y cercano a la frontera con Tennessee, está llena de historia de la Guerra Civil. En algunos porches todavía cuelga con orgullo la bandera confederada. A unos kilómetros de ahí, en el pueblo de Resaca, hay un cementerio con 400 tumbas de soldados confederados que cayeron en 1864 en dos días de batalla que sirvieron de prólogo a la conquista de Atlanta para las fuerzas federales. La fosa es parada obligada para todos los estudiantes de la zona.

Cody Lance, en Dalton.
Cody Lance, en Dalton. RICHARD PIERRIN

La situación económica en la Georgia rural ha apretado a muchos. Cody Lance, de 24 años, acudió a empeñar por 300 dólares su pistola en una tienda del pueblo de Calhoun. “En la calle me hubieran dado al menos 800 dólares, pero no me gustaría que después fuera usada para algo malo. Además, quiero pensar que no me deshago de ella. Puedo volver a recuperarla”, señala. En casa tiene otras dos armas.

Lance es un pequeño empresario de Dalton, un pueblo que acaba de ser noticia nacional por una nueva matanza escolar. “Creo que todo el mundo tiene derecho a portar un arma hasta cierto punto. No dentro de escuelas ni iglesias, pero es bueno tenerla en tu coche porque nunca sabes cuándo alguien comenzará a disparar”, dice. Comenzó con una camioneta pick-up y transportando carga por Georgia, Tennessee y Luisiana. Ahora maneja un camión más grande, pero el negocio ha decaído. El dinero del arma le servirá para alimentarse y repostar gasolina durante algo más de una semana.

Playeras y mercancía con la imagen del candidato Donald Trump.
Playeras y mercancía con la imagen del candidato Donald Trump. RICHARD PIERRIN

Vestido con una camiseta de la iglesia evangélica Newtown, Lance admite haber votado por Trump hace cuatro años, en lo que fue su primera elección presidencial. Hoy no está convencido de participar nuevamente. “[Trump] ha atacado a Harris todo el tiempo. No debería estar haciéndolo. Debería hablar más de qué hará y cuándo lo hará, en lugar de menospreciarla”, dice.

El voto evangélico

Los evangélicos son uno de los motores principales del Partido Republicano en Georgia. Ralph Reed, un activista ultraconservador, aseguró esta semana en Atlanta que un ejército de voluntarios toca a las puertas de 280.000 votantes potenciales para motivarlos a participar en los comicios. Reed lidera la Coalición de la Fe y la Libertad, que busca proteger el veto al aborto que el gobernador republicano Brian Kemp adoptó en 2019. Este prohíbe la intervención una vez que se detecta el latido del corazón del feto. La ley fue aprobada por la mayoría republicana local antes de la derogación de Roe contra Wade.

El candidato republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance, saluda al presidente de la Coalición de Fe y Libertad de Georgia, Ralph Reed, en una cena en Atlanta.
El candidato republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance, saluda al presidente de la Coalición de Fe y Libertad de Georgia, Ralph Reed, en una cena en Atlanta.ERIK S. LESSER (EFE)

“Ya es hora de que los votantes cristianos sean la cabeza y no la cola de nuestro sistema político”, aseguró Reed, quien fundó su organización en 2009 para establecer un puente entre los votantes evangélicos y el entonces Tea Party. La coalición está entregando guías del voto para promover a Trump frente a Harris entre los creyentes provida de 5.000 iglesias de Georgia. “Unos 160.000 votantes del movimiento que creen en la Biblia votaron por Trump en 2016 y en 2020 no se tomaron la molestia de acudir a votar”, señaló el activista. Su invitado principal fue el senador por Ohio J. D. Vance, el candidato a vicepresidente de Trump, quien refrendó el compromiso de los republicanos con el Bible Belt, la franja conservadora del Sur. “Sé que aquí a muchos les preocupa que ya no sean bienvenidos al Partido Republicano los conservadores tradicionales. Eso es falso”, aseguró Vance.

Partidarios de Donald Trump en el evento de la Coalición de Fe y Libertad de Georgia, el 16 de septiembre de 2024.
Partidarios de Donald Trump en el evento de la Coalición de Fe y Libertad de Georgia, el 16 de septiembre de 2024. Richard PIERRIN

“La vida humana es preciosa y debe ser protegida porque creemos que cada niño, nacido y no nacido, es creado a semejanza de Dios”, aseguró Vance el lunes. Sus palabras pretendían tranquilizar a los evangélicos después de que Trump matizara su posición sobre el aborto para dejar de perder apoyos entre las mujeres. “Queremos invertir en las mujeres, especialmente en las mujeres embarazadas que necesitan ayuda para traer sus hijos al mundo. Esto puede dar miedo cuando los embarazos no son planeados”, añadió ante el aplauso de los miembros de las Iglesias y los funcionarios republicanos estatales.

Kamala Harris volvió a Georgia esta semana para recordar que el aborto es un tema central de su campaña. “Una no tiene que abandonar su fe o sus creencias más profundas para estar de acuerdo en que el Gobierno no debe decir a las mujeres qué hacer con sus cuerpos”, señaló el viernes en un mitin en Atlanta. La aspirante recordó que una de cada tres mujer viven en Estados que aprobaron vetos al aborto tras la caída de Roe contra Wade. Todos los territorios sureños, con excepción de Virginia, han pasado leyes que endurecen o dificultan la interrupción del embarazo. “Veinte han adoptado estos vetos, incluidos dos que contemplan penas de prisión de por vida para las mujeres, ¡penas de por vida!”, señaló Harris. “Y estos hipócritas [Trump y Vance] dicen ahora que quieren hablar del tema por el bien de las mujeres y los niños. ¿Cómo se atreven?”, exclamó.

JD Vance habla en el evento de la Coalición de Fe y Libertad de Georgia, el 16 de septiembre de 2024.
JD Vance habla en el evento de la Coalición de Fe y Libertad de Georgia, el 16 de septiembre de 2024.Richard PIERRIN

Los disruptores

Aunque la mayoría de los votantes se inclina por Harris o Trump, la clave de la victoria de estos candidatos en Georgia podría pasar por nombres menos conocidos, como Chase Oliver. Con 38 años, este político gay es el candidato presidencial más joven de la elección. Mientras los aspirantes principales han enfocado los últimos días de campaña en siete Estados, Oliver, del Partido Libertario, continúa viajando por el país a eventos tan eclécticos como el festival del globo aerostático en Plano, Texas. “Muchos de mis eventos se enfocan en conocer a los votantes cara a cara para hacerles saber que hay una alternativa al sistema de partidos”, cuenta Oliver en una cafetería a las afueras de Atlanta, donde vive y comparte casa con tres compañeros de piso, gatos y un perro.

Chase Oliver, durante un debate, el 16 de octubre de 2022.
Chase Oliver, durante un debate, el 16 de octubre de 2022.Ben Gray (AP)

Oliver, un agente de ventas con experiencia en recursos humanos, se inició en la política como activista contra la invasión de Irak. No lucha por llegar a la Casa Blanca, sino por subir el perfil de su partido, una organización creada hace 50 años y cuya principal filosofía es “sacar al Gobierno de tu vida”. Dice que su partido tiene coincidencias con demócratas y conservadores, y que el gobernante latinoamericano que más refleja sus ideales es el argentino Javier Milei.

El nombre de Oliver estará el 5 de noviembre en la papeleta en 47 Estados. Su comparecencia es especialmente dañina para Harris en territorios como Georgia. Hace dos años intentó ser senador federal. En esa elección obtuvo 81.000 votos, un 2%, lejos de la victoria, pero arriba del 1% que le pronosticaban. El resultado obligó a una segunda vuelta. “Yo forcé a que hubiera una elección especial entre demócratas y republicanos, y eso llamó la atención del partido. Poco después me preguntaron si había pensado en contender por la presidencia”, dice Oliver.

Una encuesta reciente de The New York Times muestra que el libertario tiene un 2% de apoyo a nivel nacional, un número suficiente para afectar el resultado en el Estado. Varios analistas advierten, sin embargo, que los candidatos de terceros partidos obtienen menos votos el día de la elección de lo que reflejaban los sondeos. Oliver, quien ha gastado unos 30.000 dólares de su bolsillo en su campaña, se dice satisfecho con su papel como “disruptor”. “Pretendo afectar lo suficiente la elección como para que los votantes despierten al hecho de que les presentan una falsa opción binaria y que en cualquier otra democracia del mundo hay más de dos opciones”, indica.

Registro de votantes en la estación Marta, en Atlanta.
Registro de votantes en la estación Marta, en Atlanta.RICHARD PIERRIN

No es el único disruptor. El Partido Demócrata lleva a cabo una ofensiva legal contra otros candidatos para descalificarlos de la elección y evitar que sitios como Georgia tengan la boleta más saturada desde 1948. “En todo el país, los demócratas están gastando una inmensa cantidad de dinero en emplear un ejército de abogados para desalojar nuestra campaña. Harris se posiciona a sí misma como la única fuerza que puede salvar la democracia de Donald Trump, pero al mismo tiempo está atacando a la democracia para asegurarse que solo Trump esté con ella en la papeleta”, asegura a EL PAÍS Claudia de la Cruz, candidata del partido Socialismo y Liberación.

Lo mismo ha pasado con Cornel West, un filósofo negro y exprofesor de Harvard. “Los independientes vamos a votar por un independiente. Estamos ya cansados de apoyar al menos malo, que es una teoría que te lleva a ningún lado. Hay un gran número de votantes potenciales que simplemente se están absteniendo porque no les importa, sienten que no están siendo escuchados ni tomados en cuenta”, señala Fatimah Mustafah, una voluntaria de la campaña de West en Georgia y decepcionada exvotante demócrata. El nombre de West y De La Cruz aparecerá en algunas papeletas, pero no se sabe aún si los sufragios serán válidos. Depende de las decisiones judiciales de las próximas semanas, lo que añade caos para algunos.

Purga de votantes

Al ritmo de Not like Us, el éxito de Kendrick Lamar que se ha convertido en una de las canciones del verano en Estados Unidos, los maestros del Atlanta Metropolitan State College intentan atraer a los estudiantes a una mesa donde cuatro mujeres ayudan con el registro para votar, que se cierra el próximo 7 de octubre. Era un ambiente festivo. Había bebidas, hot dogs y juegos. Aun así fueron pocos los que se acercaron a pedir información sobre el proceso. Una fue Jenesis Taylor, una estudiante de 25 años originaria de Memphis (Tennessee), que votará por primera vez en noviembre.

Punto de registro para votación en Atlanta, el 17 de septiembre de 2024.
Punto de registro para votación en Atlanta, el 17 de septiembre de 2024.RICHARD PIERRIN

“La gente de mi generación piensa que no tiene una voz que importe o que sus acciones no pueden tener un gran impacto en el futuro, así que creo que algunos no nos tomamos el tiempo para entender la política o cómo funciona”, señala Taylor, quien dice haber hecho la tarea y decidir su voto tras el debate entre Trump y Harris. La estudiante intenta advertir a sus compañeros de que hay una “purga de votantes” en Georgia que afecta, sobre todo, a gente como ella: de las minorías jóvenes.

“El Legislativo ha aprobado estos dos últimos años leyes que hacen más difícil votar”, señala Kayron Bearden, voluntaria de la Liga de Mujeres Votantes, una organización apartidista que fomenta la participación. La mayoría republicana en el Congreso local ha adoptado medidas que ponen más obstáculos al voto por correo y para sufragar en ausencia, argumentando mayores controles para evitar fraudes.

Esto se suma a las decisiones de la Junta Estatal Electoral controlada por tres funcionarios simpatizantes de Donald Trump. El organismo decidió el viernes exigir un conteo manual en la noche electoral en cada uno de los 159 condados del Estado. La medida, ampliamente criticada, añade esto al recuento electrónico. Los críticos aseguran que esta no solo retrasará los resultados, sino que aumentarán las posibilidades de fraude, pues los funcionarios deberán abrir paquetes sellados para contar a mano. La Junta ha avalado también medidas que permiten la presencia de más observadores partidistas en los centros de proceso de los votos. Algunos contemplan pedir el apoyo de la policía para la jornada del 5 de noviembre e incluso piensan en instalar botones de pánico dentro de las oficinas.

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