Por Jeffrey Collins — The Associated Press
Carolina del Sur ejecutó el viernes al recluso Freddie Owens, luego de que estado reanudara las ejecuciones tras una pausa involuntaria de 13 años debido a que los funcionarios de prisiones no podían conseguir los fármacos necesarios para las inyecciones letales.
Owens fue condenado por el asesinato en 1997 de la dependienta de una tienda de Greenville durante un atraco. Durante el juicio, Owens mató a un preso en una cárcel del condado. Su confesión de ese ataque fue leída a dos jurados diferentes y a un juez que lo condenaron a muerte. La ejecución sucede días después de que el testigo clave de la acusación declarara que había mentido en el juicio y que el Estado estaba condenando a muerte a un hombre inocente.
Owens, de 46 años, fue declarado muerto a las 6:55 pm. Cuando se abrió la cortina de la cámara de la muerte, Owens estaba atado a una camilla, con los brazos estirados a los lados.
Le dirigió una palabra a su abogado, que le devolvió la sonrisa. Pareció consciente durante un minuto, luego sus ojos se cerraron y respiró profundamente varias veces.
Su respiración se hizo menos profunda y su cara se crispó durante otros cuatro o cinco minutos antes de que cesaran los movimientos. Poco más de 10 minutos después, un profesional médico declaró su muerte.
Las últimas apelaciones de Owens fueron denegadas en repetidas ocasiones, incluso por un tribunal federal el viernes por la mañana. Owens también solicitó una suspensión de la ejecución al Tribunal Supremo de Estados Unidos. El gobernador y el director del sistema penitenciario de Carolina del Sur presentaron rápidamente una respuesta, en la que afirmaban que el alto tribunal debía rechazar la petición de Owens. En la respuesta se afirma que su caso no tiene nada de excepcional.
El alto tribunal denegó la petición poco después de la hora prevista para el inicio de la ejecución. Su última oportunidad de evitar la muerte era que el gobernador republicano de Carolina del Sur, Henry McMaster, conmutara su condena por cadena perpetua. McMaster denegó también la petición de Owens, declarando que había “revisado cuidadosamente y considerado detenidamente” la solicitud de clemencia de Owens.
McMaster dijo anteriormente que seguiría la tradición histórica y anunciaría su decisión minutos antes de que comience la inyección letal, cuando los funcionarios de prisiones le llamen a él y al fiscal general del estado para asegurarse de que no hay motivos para retrasar la ejecución. El exfiscal había prometido revisar la petición de clemencia de Owens, pero también ha dicho que tiende a confiar en los fiscales y los jurados.
Primera ejecución en 13 años
Owens puede ser el primero de varios reclusos que morirán en la cámara de la muerte del estado, en la Institución Correccional de Broad River. Otros cinco reclusos no han apelado y la Corte Suprema de Carolina del Sur ha despejado el camino para celebrar una ejecución cada cinco semanas.
Carolina del Sur intentó por primera vez añadir el pelotón de fusilamiento para reanudar las ejecuciones después de que expirara su suministro de fármacos para la inyección letal y ninguna empresa estuviera dispuesta a venderles más medicamentos. Pero el estado tuvo que aprobar una ley que mantenía en secreto al proveedor de fármacos y gran parte del protocolo para poder reanudar las ejecuciones.
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Para llevar a cabo las ejecuciones, el estado pasó de un método de tres fármacos a un nuevo protocolo en el que sólo se utiliza el sedante pentobarbital. El nuevo proceso es similar a la forma en que el Gobierno federal ejecuta a los reclusos, según los funcionarios de la prisión estatal.
La ley de Carolina del Sur permite a los reclusos condenados elegir entre la inyección letal, el nuevo pelotón de fusilamiento o la silla eléctrica construida en 1912. Owens permitió a su abogado elegir cómo morir, alegando que sentía que si tomaba la decisión sería partícipe de su propia muerte y que sus creencias religiosas denuncian el suicidio.
Owens cambió su nombre por el de Khalil Divine Black Sun Allah mientras estuvo en prisión, pero los registros judiciales y penitenciarios siguen refiriéndose a él como Owens.
Los delitos
Owens fue declarado culpable de matar a Irene Graves en 1999. Según la acusación, disparó a la cabeza de Graves, una madre soltera de tres hijos que tenía tres trabajos, cuando dijo que no podía abrir la caja fuerte de la tienda.
Pero sobre su caso pesa otro asesinato: después de su condena, pero antes de ser sentenciado por el asesinato de Graves, Owens atacó mortalmente a un compañero de prisión, Christopher Lee.
Owens confesó detalladamente cómo apuñaló a Lee, le quemó los ojos, lo estranguló y lo pisoteó, y terminó diciendo que lo hizo “porque me habían condenado injustamente por asesinato”, según el relato escrito de un investigador.
Esa confesión fue leída a todos los jurados y jueces que condenaron a Owens a muerte. Aunque fue acusado de asesinato por la muerte de Lee, nunca fue juzgado. Los fiscales retiraron los cargos con derecho a reponerlos en 2019, más o menos cuando a Owens se le acabaron los recursos ordinarios.
Apelaciones finales
En su apelación final, los abogados de Owens dijeron que los fiscales nunca presentaron evidencia científica de que Owens apretó el gatillo cuando Graves fue asesinada y que la principal evidencia en su contra era un coacusado que se declaró culpable y testificó que Owens era el asesino.
Los abogados de Owens presentaron dos días antes de la ejecución una declaración jurada de Steven Golden en la que afirmaba que Owens no estaba en la tienda, contradiciendo su testimonio en el juicio. Los fiscales dijeron que otros amigos de Owens y su exnovia testificaron que él se jactaba de haber matado a la dependienta.
“Carolina del Sur está a punto de ejecutar a un hombre por un delito que no cometió. Seguiremos abogando por el señor Owens”, dijo el abogado Gerald ‘Bo’ King en un comunicado.
Los abogados de Owens también dijeron que sólo tenía 19 años cuando se produjo el asesinato y que había sufrido daños cerebrales por violencia física y sexual durante su estancia en un centro de reclusión de menores.
Carolina del Sur reanuda la pena de muerte
La última ejecución en Carolina del Sur sucedió en mayo de 2011. Hizo falta una década de disputas en el Legislativo, primero añadiendo el pelotón de fusilamiento como método y después aprobando una ley escudo, para que se reiniciara la pena capital.
Carolina del Sur ha condenado a muerte a 43 reclusos desde que se reanudó la pena capital en Estados Unidos en 1976. A principios de la década de 2000, llevaba a cabo una media de tres ejecuciones al año. Sólo nueve estados han ejecutado a más presos.
Pero desde la pausa involuntaria en las ejecuciones, la población de condenados a muerte de Carolina del Sur ha disminuido. El estado tenía 63 condenados a principios de 2011. Tenía 32 cuando comenzó el viernes. Una veintena de reclusos han sido retirados del corredor de la muerte y han recibido penas de prisión diferentes tras apelar con éxito. Otros han muerto por causas naturales.
