Los probióticos son para el cuerpo humano una especie de versión microscópica de la poción mágica que daba al druida a los galos en la aldea de Astérix. Tiene una acción limitada en el tiempo, ya que necesitamos darle más a nuestro organismo de un modo regular para que nuestra microbiota mantenga el intestino a pleno rendimiento, y para ello debemos incluir en nuestra dieta mediterránea tan famosa en España alimentos que los contengan en una cantidad suficiente para cubrir las necesidades diarias de nuestro cuerpo.
Según Ingortze Zubieta Aurteneche, dietista-nutricionista de la Academia Española de Nutrición y Dietética, alimentos como el kéfir son perfectos para estos fines. Lo mismo pasa con su ‘primo’ el yogur, o con el chucrut, tan popular en la cocina alemana. Hay más, y uno de los que poco a poco van entrando en el gusto occidental es el kimchi.
Beneficios del kimchi
“El kimchi proviene de Corea -explica Zubieta- y es plato de vegetales crudos fermentados, con la idea de que pueda ser consumido durante todo el año. Se obtiene por fermentación de repollo chino, y se le puede añadir pepino, ajo, cebolla, guindilla o especias”.
La especialista añade que “se deja fermentar durante dos semanas. Su sabor es salado y picante: se añade a sopas, arroces, fideos o guisos, y además del aporte de sabor tiene numerosos beneficios. Para empezar, es un gran antioxidante y fortalece el sistema inmunológico”.
La dietista vasca aclara igualmente que el kimchi “es rico en vitamina C, B1, B2, carotenos (compuestos bioactivos presentes en las frutas y verduras de color amarillo, naranja y verde, que rebajan la grasa arterial y favorecen por tanto la circulación), calcio y proteínas. Se incluye dentro de los alimentos probióticos ya que su fermentación produce ácido láctico, que en el intestino previene el crecimiento de flora patógena”.
El kimchi también emulsiona muy bien, por lo que puede servir de base para una mayonesa saludable. En este formato liga muy bien con sepia y cangrejo, por ejemplo”.