Facultad de Medicina. / Pilar Cortés
Aunque se ha escrito mucho y bien últimamente acerca de la segunda segregación de Medicina de la Universidad de Alicante (UA), permítanme analizar cuatro facetas del último conflicto entre la Generalitat Valenciana gobernada por el PP y la UA.
Primera segregación de Medicina
Empezó el curso 1996-97 de la UA con el desembarco de los cargos políticos del PP encabezados por el presidente electo Eduardo Zaplana en el acto de apertura de curso. A sabiendas de que el protocolo universitario otorgaba al rector Pedreño -considerado afín al PSOE– la presidencia del acto de principio a fin, Zaplana consideró un agravio que Pedreño le negara la última palabra, negativa a la que siguió la espantá de la comitiva. Este casus belli artificial fue su pretexto para la ley de creación de la Universidad Miguel Hernández de Elche, publicada el 27/12/1996, que contemplaba la transferencia de la Licenciatura en Medicina y de la Diplomatura en Estadística a la nueva universidad. Nos pareció una inocentada que le dieran a la UMH el nombre del poeta comunista oriolano Miguel Hernández. El beneficio para el PP fue conquistar (en 2011) la anhelada Alcaldía de Elche y para Camps que la nueva UMH le permitiera defender una tesis doctoral ¡secreta!
Creación de Matemáticas
La Facultad de Ciencias de la UA propuso, por iniciativa de los profesores de Estadística que optaron por permanecer en ella, la creación de una nueva Licenciatura en Matemáticas, argumentando que la necesitaba la cuarta provincia más poblada de España. Las medidas de presión adoptadas -asambleas, encierros, artículos de prensa, entrevistas radiofónicas, etc.- surtieron el efecto deseado el 21/9/1997, como atestiguaba el titular a toda página de INFORMACIÓN: «La Universidad de Alicante gana la batalla para conseguir Matemáticas». También ganaron los jóvenes alicantinos con vocación científica, así como la economía alicantina, que dispone ahora de capital humano para desarrollar proyectos empresariales intensivos en matemáticas.
Recuperación de Medicina
Hace dos años la UA solicitó, y el Gobierno de Puig aceptó, recuperar los estudios de Medicina con sólidos argumentos de demanda social. En efecto, después de la creación de Medicina en la UA, la oferta de ese grado en las universidades públicas valencianas (la de Valencia, la de Alicante, la UJI de Castellón y la UMH de Elche) es de 120 plazas por millón de habitantes en la provincia de Alicante; 149, en la de Castellón; y 180, en la de Valencia. Es más, si incluimos a las dos universidades privadas que operan en la Comunidad (el CEU y la Universidad Católica San Vicente Mártir), dichos ratios son de 120 en la provincia de Alicante, 271 en la de Castellón y 278 en la de Valencia. Es decir, que los estudiantes alicantinos de Secundaria siguen teniendo mucho más difícil (más del doble) cursar Medicina en su provincia de residencia que sus coetáneos castellonenses y valencianos.
La segunda segregación
Como a la UMH no le apetece competir con otra universidad pública en los estudios de Medicina y el Gobierno de Mazón desea privatizarlos, acordaron denunciar la ley de creación de Medicina en la UA y allanarse en la querella, respectivamente, sembrando así la incertidumbre y el enojo en diferentes colectivos. Incertidumbre entre los profesores, dos promociones de estudiantes de Medicina en la UA, los aspirantes a serlo (actualmente en institutos y colegios alicantinos), así como en sus respectivas familias. Enojo en profesores, alumnos y exalumnos de la UA (con excepciones como Zaplana y Mazón) por el deterioro del prestigio de su universidad, que es lo que tratan de medir los rankings de universidades. Así, según el recientemente publicado ranking de Shanghai 2024, las universidades de Valencia, Alicante, y Castellón están entre las 1.000 primeras del mundo (de las 35.000 evaluadas), mientras que las otras tres arriba mencionadas no lo están (de hecho, la Universidad de Navarra es la única privada española entre las 1.000 primeras). En este ranking, la UA está penalizada por no haber contado con estudios de Medicina hasta el curso pasado, por la simple razón de que son los médicos quienes más suelen publicar en las revistas con mayor peso en la elaboración de dicho ranking, como Nature y Science.
Falta saber si la promesa del presidente Carlos Mazón de crear un «campus sanitario interuniversitario» (probable eufemismo de «fusión por absorción») -sin precedente conocido en el orbe, pero muy jaleada por sus turiferarios- bastará para sofocar la previsible movilización de los afectados durante los próximos meses.
