¿Qué pasaría si en tu clase de historia, de repente, se comenzaran a revivir los eventos del pasado? Sería algo fascinante, ¿no? Algo similar ocurre con KISI, un grupo dirigido a niños dentro de la Iglesia. Fue fundado en 1993 por Hannes y Birgit Minichmayr, un matrimonio que se conoció mientras estudiaban Teología. A lo largo de su carrera, comenzaron a trabajar en parroquias con niños y jóvenes.
A pesar de no provenir de familias practicantes, ambos descubrieron cómo cada persona puede tener una relación personal con Dios.
Quisieron darle sentido a esa relación, y ese es el mensaje que desean transmitir a las nuevas generaciones. Ambos sintieron el llamado de Dios a trabajar por la unidad de los cristianos, y encontraron en el teatro un medio para expresar ese camino de unidad.
KISI: ser comunidad a través de un proyecto común
Desde sus inicios, la Iglesia ha recibido el llamado de transmitir el mensaje del Evangelio. El cristianismo se extendió por Asia y Europa y, con el tiempo, por todo el mundo. Algo característico de esas primeras comunidades, y que se mantiene hasta hoy, es la vida comunitaria y el compartir fraterno.
Los jóvenes que llegan a KISI suelen tener una experiencia lejana de la fe, creyendo que «Dios no tiene nada que decirme a mí», hasta que finalmente descubren Su llamado y deciden seguirlo, cada uno a su manera particular.
Ser parte de un grupo donde descubren que Dios los ha llamado a estar allí, y que sus talentos son esenciales y únicos, tiene un gran impacto en los participantes. A menudo, se puede participar en diversas actividades sociales, incluso dentro de la Iglesia, sin entender por qué uno es importante en ese proceso. Eso es lo que estos jóvenes llegan a comprender.
La permanencia en un proyecto
Cuando comprendemos que Dios nos ha dado algo único, que solo nosotros podemos aportar, nos cuestionamos qué tan en serio tomamos Su llamado y a nosotros mismos.
Este proyecto refleja fielmente las virtudes cristianas, mostrando que cualquier trabajo, sencillo o complejo, visible o en silencio, está destinado a dar gloria a Dios, si se hace con esmero y amor.
Una de las frases más icónicas del video es: «La calidad honra a Dios». En KISI, se esfuerzan por hacer todo con gran calidad, aunque implique mayor costo o esfuerzo, porque un trabajo bien hecho es una honra directa al Señor, y ellos lo comprenden a la perfección.
Nuestros sueños unidos a Dios
A menudo tenemos sueños y anhelos de grandeza, imaginando grandes logros que, tal vez, en el momento presente parecen estar fuera de nuestro alcance. En un diálogo con el padre, surge la pregunta: «¿Cómo alguien como yo, que soy normal, puede ser misionero?». A lo que él responde: «¿Tú eres normal? Si estás bautizado, ya tienes una misión».
Muchas veces olvidamos que somos bautizados, que Dios nos ha ungido y separado para Él. Nuestro corazón, con sus sueños, anhelos e ideales, está llamado a unirse a Dios para alcanzar la plenitud. Con frecuencia, planeamos nuestra vida sin ver más allá de lo conocido o lo que nos da seguridad. ¿Y si le preguntamos a Dios qué ha soñado para nosotros? ¿Qué ha soñado para ti?
Este proyecto nos recuerda que, desde sus comienzos, la Iglesia ha sido llamada a trabajar para extender el Reino de Dios y a mantener vivo el mensaje que Jesús confió a sus apóstoles.