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25 años después vuelve la guerra entre las Universidades alicantinas

Autor: Pedro Nuno de la Rosa

“Yo estuve allí”, como nos dijo un viejo profesor de Historia de España cuando le tocó el turno explicativo a nuestra desdichada Guerra Civil y la decisiva batalla del Ebro. Esta otra, y hace 25 años en el campus de la Universidad de Alicante me tocó vivirla como periodista y al tiempo estudiante de Humanidades, cuando Zaplana, presidente de la Generalitat en el “Solemne”, pero nada sosegado sino atrabiliario acto de inauguración del curso académico anunció en el Sancta Sanctorum del paraninfo de San Vicente del Raspeig, no sólo que habría una nueva universidad en Elche, la Miguel Hernández, sino que arrebataría a la alicantina la Facultad de Medicina que ya llevaba años funcionando tanto en horas lectivas como prácticas.

Empujones, insultos, amenazas por parte de los guardias pretorianos del Rector de la UA Andrés Pedreño, todos con muceta y birretes multicolores (según titulaciones, sobre todo amarillos) contra políticos trajeados para la ocasión como salvaguardas del presidente de la Generalitat Eduardo Zaplana. Precisamente allí estaba el sanvicentero José Antonio Rovira, por entonces joven profesor de Economía a las órdenes de Diego Such, ambos trasvasados recientemente del Partido Socialista de Tierno Galván al PP de un ascendente Eduardo Zaplana.

Por supuesto no hubo acuerdo, pero si una nueva Universidad Miguel Hernández, que situó su campus paradójicamente en San Juan pueblo, obviamente más cerca de la capital que de dónde se iba a instalar el futuro rectorado ilicitano con su pertinentes espacios de las carreras a impartir, pero sin hospital universitario inmediato.

Durante años hubo una especie de paz romana sin agresividades académicas impartiéndose estudios superiores muy parejos, aunque no siempre coincidentes. Pero cuando el PP, ahora dirigido por Carlos Mazón, retoma el poder arrebatándoselo Ximo Puig & Botànic quienes recientemente habían dado el plácet a una nueva facultad de Medicina en Alicante (sin un proyecto sólido, ni mayores disquisiciones facultativas) aparece de repente la actual rectora de la Universidad de alicantina Amparo Navarro y reclama aquella facultad que le quitaron por la fuerza de las mayorías políticas: Medicina. El pollo ya está armado cuando en lugar de casi llegar a las manos como en la anterior ocasión, se acude a los tribunales, Elche denuncia a Alicante con el apoyo “tácito” de la Generalitat (que había prometido neutralidad), y en principio y en primera instancia se le da la razón jurídica, ante lo cual como parece más que meridiano la rectora alicantina recurre asesorada por sus propios catedráticos.

Sobradamente conocido es ese Parque Tecnológico-Universitario que el PP quiere situar en terreno neutral entre ambas universidades con cabida para cualquier carrera universitaria pretendida por las responsables de los estudios superiores públicos en nuestra provincia, esencialmente las más nuevas en implantación contemporánea: informática, ingeniería de satélites, audiología, neurociencias, etc. Pero de momento los amores no son obras, ni esta delineada su repartición.

Esta inversión parece doblemente justificada por necesaria, dado que la Comunidad Valenciana tiene una ratio de 2,9 médicos por 1000 habitantes, mientras que la Organización Mundial de la Salud marca y recomienda 3 facultativos por cada 1000 habitantes

Lo primero que se le ocurre a cualquier ciudadano es que con las eternizantes listas de espera tanto en el ámbito ambulatorio como hospitalario, resulta impropio de la clase política no sacar más médicos para cubrir semejante y preocupante falta de plazas, sobre todo aquellas especializadas en que la formación posuniversitaria puede tardar entre 5 y 9 años.

Lo segundo, recuérdese, que cuando se funda la Universidad de Alicante, y después la de Elche, pocos profesores tenían la titulación de catedráticos (una ventaja que le lleva la universidad privada a pública, al primar el prestigio docente, intelectual y preparatorio por encima de haber aprobado una oposición al albur de las bolas). Aspirantes a estudiar Medicina sobre más que en cualquier otra carrera superior. Profesores con la suficiente profesionalidad competencial (algunos necesitarían el reciclaje necesario para la docencia), también si se les autoriza la duplicidad en ambos ejercicios: Universidad y centros sanitarios, pues tampoco parece difícil, según he consultado, la adaptación para reconvertir a algunos hospitales capaces e intitularlos como “universitarios”.

Tercero, todos los Presupuestos de las diferentes Administraciones, tienen dos prioridades: primordialmente la Sanidad, y segunda instancia la Educación, por lo tanto, esta inversión parece doblemente justificada por necesaria, dado que la Comunidad Valenciana tiene una ratio de 2,9 médicos por 1000 habitantes, mientras que la Organización Mundial de la Salud marca y recomienda 3 facultativos por cada 1000 habitantes. O sea que no llegamos ni a los mínimos. Algo que parece indefectiblemente cartesiano para que nos inclinemos por una nueva facultad, o, mejor dicho, por retornarle al campus alicantino algo que se le arrebató caprichosamente, quizás buscando el voto ilicitano, pero que hoy no tiene sentido, salvo el puro chovinismo, fácilmente demostrable cuando medimos distancias entre facultades de Medicina y sus derivadas en cualquier importante ciudad de Occidente y por supuesto España (Madrid, Barcelona, Valencia…).

Señor Mazón, señor Rovira, ¿no le están pidiendo a Pedro Sánchez que condonen la deuda y además ofrezca un plus presupuestario mayor para una Comunidad que se siente agraviada? No creo que los socialistas se nieguen desde el gobierno central, cuando sus organismos autonómicos lo están demandando como una prioridad

Gobernantes del PP, si ustedes ganaron hace 25 años la batalla de la Universidad Miguel Hernández, no pierdan ahora la de la Universidad de Alicante porque es un débito con la mayor ciudad de la provincia y su zona de influencia, y no renovar la venganza contra un Pedreño que ya no está, gracias a Dios, ni en ser cicateros con algo discriminatorio para unos futuros Licenciados en Medicina y Cirugía, de aquellos lodos cuando hace 5 lustros la mayoría ni siquiera había nacido, trayendo estos polvos que contaminan la ecuanimidad. Ya es hora de que los tribunales dejen de arreglar sus entuertos políticos y discapacidades ególatras.

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