La tasa de ahorro familiar es un indicador fundamental de la salud financiera de un país y revela la proporción de ingresos que las familias pueden reservar después del consumo. Aunque ha habido cierta recuperación, alcanzando el valor el 8% en el primer trimestre de este año, sigue siendo aproximadamente la mitad del promedio de la zona del euro, que en el mismo período del año pasado fue ellos 15,3%. Esta marcada diferencia no sólo refleja las dificultades económicas de las familias portuguesas, sino que también expone problemas estructurales que dificultan el ahorro en el país.
Esta tasa nos permite comprender mejor la situación económica general de las familias de un país, muchas veces de forma más eficaz que otros indicadores. En Portugal, los datos muestran una realidad preocupante: los bajos salarios y un elevado esfuerzo fiscal están impidiendo que muchas familias puedan apartar parte de sus ingresos. En 2023, la tasa de inversión de las familias portuguesas fue de sólo el 5,7%, nuevamente muy por debajo del promedio de la zona del euro, que se situó en el 9,9%. Esta diferencia refleja la incapacidad de muchas familias portuguesas para asignar recursos para el futuro, ya sea para emergencias o para inversiones a largo plazo.
La situación se vuelve aún más crítica entre los jóvenes. Según datos de 2023, el 65% de los jóvenes portugueses ganan menos de 1.000 euros netos al mes, lo que hace que ahorrar sea casi imposible, especialmente para quienes necesitan pagar el alquiler. Muchos jóvenes se ven obligados a vivir con sus padres o en viviendas compartidas, muchas veces con condiciones inadecuadas para garantizar el descanso y la calidad de vida de un trabajador.
El principal factor que explica esta disparidad en relación con el resto de Europa es el nivel de renta. Portugal tiene salarios relativamente bajos, lo que, combinado con un elevado esfuerzo fiscal, deja muy poco margen para el ahorro. Por tanto, la falta de incentivos al ahorro, combinada con las dificultades económicas, crea una barrera importante para la seguridad financiera futura.
Hay soluciones que es necesario adaptar en Portugal para fomentar el ahorro y la inversión de las familias, especialmente de los jóvenes. El ejemplo del Reino Unido es particularmente relevante. En este país, los ciudadanos de hasta 40 años pueden ahorrar e invertir hasta 4.000 libras esterlinas al año, beneficiándose de un incentivo estatal del 25% (hasta un máximo de 1.000 libras esterlinas). Este sistema, conocido como “ISA Vitalicio”, permite utilizar los ahorros acumulados de forma gratuita a partir de los 60 años o para adquirir una vivienda, dando así un doble beneficio de ahorro para el retiro o la compra de vivienda.
Por el contrario, Portugal optó por lanzar nuevas series de certificados de ahorro con tipos de interés inferiores a la tasa de inflación, lo que desincentiva la inversión y el ahorro. La falta de incentivos atractivos y la ausencia de beneficios fiscales directos para que los jóvenes ahorren dificulta que este grupo de edad acumule activos o se prepare financieramente para el futuro.
Otra solución que puede contribuir a solucionar parte de los problemas de consumo de las familias es la implementación de beneficios flexibles por parte de las empresas. Estos beneficios pueden incluir seguro médico, transporte y más, y tienen el potencial de aliviar algunas de las presiones financieras que enfrentan las familias al reducir sus gastos mensuales.
Sin embargo, para que estas soluciones tengan impacto, es crucial que el Estado reconozca la urgencia de intervenir en el ahorro y la inversión de las familias portuguesas, a través de políticas públicas que fomenten la planificación financiera y promuevan un entorno económico más favorable al ahorro.
La tasa de ahorro de las familias portuguesas refleja una crisis más profunda que meros problemas cíclicos. Los bajos salarios, los altos esfuerzos tributarios y la falta de incentivos efectivos son barreras importantes al ahorro y la inversión. Especialmente entre los jóvenes, la realidad es aún más dura, con bajos ingresos y condiciones de vida precarias.
Las prioridades de este gobierno y de los siguientes deben ser éstas, para que las familias y los jóvenes portugueses puedan comprometerse a permanecer en territorio nacional.
