Reconocer los factores que aumentan el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) es esencial para proteger la salud cerebral y cardiovascular.
Aunque el ACV suele considerarse imprevisible, la ciencia ha identificado elementos clave que permiten evaluar si una persona tiene mayor o menor probabilidad de sufrir este tipo de evento.
Este año, la Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares ha lanzado la Guía de 2024 para la prevención primaria, con un enfoque renovado para reducir los factores de riesgo y detener su avance antes de que ocurra el primer ACV.
Estar al tanto de estos indicadores puede marcar la diferencia, ayudando a tomar medidas preventivas que podrían salvar vidas.
¿Qué es un ACV y por qué es tan grave?
Según la Organización Mundial de Accidentes Cerebrovasculares, el ACV es la segunda causa de muerte global y la principal causa de discapacidad, afectando a una de cada cuatro personas.
Un accidente cerebrovascular o ACV ocurre cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe o cuando un vaso sanguíneo se rompe, privando al tejido cerebral del oxígeno y nutrientes necesarios para funcionar.
Esta falta de oxígeno genera daños cerebrales en pocos minutos, afectando funciones vitales como el habla, la movilidad y la capacidad cognitiva. El ACV puede dividirse en dos tipos principales:
- Isquemia cerebral: causada por la obstrucción de una arteria, representa el 85% de los casos.
- Hemorragia cerebral: provocada por la ruptura de un vaso sanguíneo, lo que produce un sangrado en el cerebro.
Ambos tipos son graves y requieren atención médica inmediata para minimizar los daños y mejorar las posibilidades de recuperación.
Los expertos señalan que una rápida respuesta ante los primeros síntomas, como debilidad repentina en el rostro o los brazos, dificultad para hablar o pérdida de equilibrio, es fundamental.
Estos son los factores de riesgo y prevención
La Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares ha dado a conocer una guía actualizada que, por primera vez en diez años, incluye recomendaciones avanzadas para reducir el riesgo de ACV.
La doctora Cheryl D. Bushnell, presidenta del equipo de redacción de la guía, destaca que un 90% de los ACV pueden prevenirse con cambios en el estilo de vida y mediante la atención adecuada a factores de riesgo modificables, como:
- Hipertensión arterial: Mantener la presión arterial bajo control reduce el riesgo considerablemente.
- Sedentarismo: La falta de actividad física está vinculada al aumento del riesgo de ACV y enfermedades cardiovasculares.
- Alimentación deficiente: Dietas con alto contenido en grasas saturadas y azúcares procesados aumentan el riesgo.
- Tabaquismo y consumo excesivo de alcohol: Ambos son factores modificables con una alta relación con los ACV.
Estrategias de prevención recomendadas
La Guía de 2024 incluye directrices que van más allá de las estrategias anteriores, con recomendaciones para mejorar la calidad de vida y reducir los factores de riesgo:
- Dieta mediterránea: esta dieta se ha demostrado como una de las más protectoras para la salud cardiovascular y cerebral. Consiste en consumir principalmente frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, aceite de oliva y pescado, limitando el consumo de carnes rojas y grasas saturadas.
- Actividad física regular: se recomienda realizar al menos 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada (como caminar o andar en bicicleta) o 75 minutos de actividad intensa a la semana. La actividad física ayuda a mantener una presión arterial y niveles de colesterol saludables, además de mejorar la función cardíaca.
- Dormir bien: la falta de sueño de calidad puede aumentar la presión arterial y, a largo plazo, dañar el sistema cardiovascular. Dormir de siete a ocho horas diarias es fundamental para el mantenimiento de la salud.
- Control de indicadores de salud: realizar chequeos periódicos para evaluar los niveles de colesterol, azúcar en sangre y presión arterial. La detección temprana de problemas permite tomar medidas preventivas de forma oportuna.
- No fumar y limitar el alcohol: fumar y el consumo excesivo de alcohol aumentan notablemente el riesgo de ACV, por lo que eliminarlos o moderarlos es esencial en la prevención.
Conocer los factores de riesgo y los síntomas de un ACV puede hacer una gran diferencia. Y es que educar a la población y mejorar el acceso a servicios de salud es fundamental para detectar y abordar los problemas antes de que ocurran.
Esta guía destaca la necesidad de reducir las desigualdades en salud, especialmente en grupos de alto riesgo, promoviendo el acceso a exámenes físicos y tratamientos preventivos.