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El deshielo Estados Unidos-Cuba, una década después

Autor: ADN Cuba

Este 17 de diciembre se cumple una década del restablecimiento de las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con el régimen cubano. Diez años después de aquel día en que el presidente de EE. UU. Barack Obama y el dictador cubano Raúl Castro hicieran el anuncio oficial, varias interrogantes permanecen en el imaginario popular.

¿Ha sido positivo para el pueblo cubano el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos? ¿Es este un camino hacia la transformación o una repetición de los ciclos de promesas incumplidas?

En su discurso en 2014, Obama prometió “un nuevo rumbo en nuestras relaciones con Cuba y para confraternizar y empoderar al pueblo cubano (…) Hoy vamos a renovar nuestro liderazgo en el continente americano. Vamos a levar las anclas del pasado porque es necesario alcanzar un futuro mejor: para nuestros intereses nacionales, para las personas que viven en Estados Unidos y para el pueblo cubano”.

El restablecimiento de relaciones incluyó la reapertura de embajadas en ambas capitales, la eliminación  del régimen de la lista de estados patrocinadores del terrorismo y del límite de envío de remesas, la reanudación del correo postal y el aumento de los viajes de ciudadanos estadounidenses al país, entre otras medidas. A cambio, se esperaba que esto redundara en algún tipo de apertura o democratización del régimen castrista.

Sin embargo, una década después, trascienden valoraciones sobre el significado de este cambio de política y su repercusión en el cubano de a pie. ADN Cuba conversó con expertos y activistas cubanos que fueron testigos de este acercamiento en 2014 y lo continúan siendo a lo largo de estos diez años.

Residente en la isla, el exprisionero político Ángel Moya explicó a ADN Cuba que el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países “no ha traído ningún beneficio para el pueblo cubano, porque fue sin condicionamientos, que era lo que buscaba el régimen y lo logró”.

“La migración hacia los Estados Unidos continúa; continúa la represión; el nivel de vida de los cubanos cada día se deteriora más. No se ven señales de que el régimen comunista quiera mejorar las condiciones de vida del pueblo. Desde un principio en 2014 varios activistas planteamos en varias reuniones con diplomáticos que eso no iba a tener beneficios y que si se restablecían las relaciones tenía que haber condicionamientos serios”, agregó Moya.

Por su parte, la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, señaló que este acercamiento no significó ningún cambio sustancial para el cubano de a pie. Recordó la migración masiva que se ha dado en los últimos años en la isla debido a la pérdida de esperanzas de la población. Berta Soler fue una de las presentes en la reunión que el presidente Obama tuvo con opositores y activistas cubanos durante su viaje a la isla en 2016

“El régimen cubano sigue encarcelando a los que se atreven a pensar diferente a ellos o a exigirle derechos. Fue un acercamiento que no dio ningún resultado positivo al pueblo de Cuba”, expresó la opositora desde La Habana.

También el activista Manuel Cuesta Morúa, desde la capital de la isla, declaró a ADN que en 2014, esa  iniciativa la consideró como “un paso audaz y necesario de cara a la sociedad cubana. El impacto fue positivo. En términos sociales, pero sobre todo políticos y psicológicos. Hasta ese momento la percepción de que los Estados Unidos no son el enemigo se reducía a la sociedad civil organizada, a la comunidad pro democrática y de derechos humanos. Puso el conflicto con claridad en su punto esencial: entre la sociedad y el gobierno cubano. Las protestas de julio de 2021 no se podrían entender sin este cambio de mentalidad. Obama y su visita a Cuba permitió comprender a las mayorías que el obstáculo al progreso no está en el embargo, sino en el bloqueo del gobierno a las oportunidades para todos”.

De acuerdo con Cuesta Morúa, “el regreso a las políticas restrictivas favorecen más al gobierno de lo que podrían favorecer a los cubanos. El viejo argumento de la plaza sitiada recrudecerá más la represión, si cabe. El cambio se favorece cuando se logra montar a los más en la ola del cambio. Y eso se logra con políticas más abiertas y calibradas. Esas que logren el equilibrio entre el estímulo a la sociedad y la neutralización de la represión. Fortalecer las condiciones creadas con la política de Obama, reajustada, es lo mejor para estimular el cambio, responsabilidad exclusiva de las y los cubanos”.

Por otra parte, el CEO del medio Yucabyte, Norges Rodríguez, quien igualmente vivió los acontecimientos de 2014, aseguró que este restablecimiento solo tuvo un impacto económico positivo “en un grupo selecto de la sociedad cubana, sobre todo vinculados al turismo. Se creó una burbuja de personas que se beneficiaban de eso. Desde lo social creo que hubo esperanza. Las personas estaban esperanzadas, eso era inédito: 60 años de dictadura antimperialista entre comillas y nunca antes había existido conversaciones así. Yo de hecho sentí que estaba comenzando una etapa de cambios irreversibles en el país”. 

Sin embargo, concluyó Rodríguez: “La vida demostró que no fue lo correcto: fue un diálogo entre la cúpula de un régimen criminal, totalitario y representantes de una de las democracias más viejas del planeta. No se puede establecer ese tipo de diálogos si no incluyes a actores de la sociedad civil y ellos no estuvieron; fueron minimizados. Fuimos actores secundarios; los actores principales fueron la Administración Obama y el régimen”.

Por su parte, el profesor estadounidense Ted Henken, estudioso del tema cubano, considera que este acercamiento “fue tremendo y positivo, pero duró muy poco. A mi juicio fue muy correcto y tenía un impacto positivo en aquel entonces, tanto en lo económico como en lo político y social, pero fue congelado por el gobierno cubano y después por la Administración Trump. Nunca dio frutos reales o duraderos para el pueblo común”.

“Otra cosa importante es que la solución de los problemas de Cuba no va a venir nunca -ni debe- de la Casa Blanca. Pero la idea de Obama fue de quitarse del medio y tratar de enfocarse en el bien del pueblo. Al régimen le gusta el pretexto de tener un chivo expiatorio en los Estados Unidos y así no dialogar con su propio pueblo”, agregó Henken.

Pablo Rodríguez, fundador de la plataforma ConoceCuba, dijo en conversación con ADN que la apertura de la Administración Obama con respecto a la isla “expuso lo bueno y lo malo de la sociedad y el gobierno cubano, alentó a los soñadores y luchadores a soñar y luchar; y a los cubanos de a pie que creían que Estados Unidos era el malo, les mostró algo diferente. Ciertamente impulsó a la sociedad cubana a creer que sí había una esperanza, y con cada minuto que esa esperanza crecía, crecía el asedio y control del gobierno”.

“Obama, en simples términos, demostró que Cuba podía y que era el gobierno cubano el que no lo permitía, recalcó que los problemas eran con el gobierno de Cuba, no con Cuba, nos recordó que el concepto país no era el de gobierno. Fue una época de algún florecimiento. A la salida de su mandato terminó la Ley de pies secos-pies mojados; supongo que su intención más allá de regular la migración fue forzar a los cubanos a encontrar una solución dentro, pero a su vez fue una medida un poco prematura que dejó a muchos con miedo y perdidos sobre cuál sería el futuro”, explicó Rodríguez.

Laritza Diversent, directora Ejecutiva de Cubalex, quien igualmente participó en la reunión con Obama, señaló que “recuerdo haberlo vivido muy cerca, porque fue algo nuevo. Tengo sentimientos encontrados en cuanto a eso: por una parte en su momento sí creí que estuviera el restablecimiento de la de las relaciones: no puede llegarse a ningún acuerdo si no hay conversación y negociación entre dos Estados. El hecho de que ya no haya un diálogo de derechos humanos entre Cuba y Estados Unidos nos hizo perder de alguna forma como organizaciones de la sociedad civil. Desde Cubalex pudimos compartir todas nuestras preocupaciones a los que tenían que reunirse con la parte cubana. En otros sectores no fue así”.

“Representó un cambio para organizaciones de la sociedad civil, que estuvimos en ese momento. Fue también un proceso de aprendizaje. Creo que tiene sus partes buenas y también tuvo sus desaciertos, sobre todo en la excesiva confianza de que iba a haber avances a partir del restablecimiento de estas relaciones. No es lo único que hacía falta; hace falta mucho más”.

No obstante, la abogada apoya la revisión de la estrategia estadounidense respecto a la isla, pues, a su entender, ni las políticas permisivas ni las restrictivas han dado resultados. “¿En quién están pensando cuando implementan estas políticas? ¿Estamos pensando en hacer daño a un gobierno que tiene todos los recursos para defenderse? ¿Quiénes no tienen recursos para defenderse? Las organizaciones de la sociedad civil. Tanto las permisivas de Obama como la restrictivas, ninguna tenía foco en quienes realmente pueden promover el cambio, que son los que están dentro de Cuba”.

A diez años del restablecimiento de las relaciones también la actual Administración estadounidense ha dado sus consideraciones. “La restauración de relaciones diplomáticas bajo la administración Obama fue un paso importante para tratar de mejorar la vida de los ciudadanos cubanos y atender retos como la falta de democracia en la isla. Sin embargo, las reformas que hubiéramos querido ver en Cuba no ocurrieron”, dijo el subsecretario de Estado, Brian Nichols, en declaraciones a Martí Noticias.

Según Nichols, el régimen de La Habana “desaprovechó esta oportunidad”.

“No se pueden tratar los síntomas, como los apagones, sin abordar la verdadera enfermedad: la falta de democracia en Cuba”, concluyó.

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