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ANÁLISIS | Estados Unidos espera la respuesta de Netanyahu tras el ultimátum de Biden

Autor: CNN
Chef José Andrés acusa a Israel por el ataque a trabajadores humanitarios 3:10

(CNN) — El presidente Joe Biden puso en juego su credibilidad y la de Estados Unidos al intentar cambiar la forma en que Israel combate en Gaza.

Ahora, espera ver hasta qué punto el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, cederá ante el cambio de tono y estratégico más significativo de su administración desde el comienzo de la guerra.

Si Netanyahu se niega a tomar las medidas “específicas, concretas y mensurables” en Gaza para aliviar el sufrimiento de los civiles y proteger a los trabajadores humanitarios que Biden solicitó este jueves, el presidente de Estados Unidos se enfrentará a una elección crítica: ¿Está dispuesto a permitir que Netanyahu prolongue su desafío en una cuestión que está creando un enorme riesgo político en su año de reelección con los votantes jóvenes, progresistas y árabes estadounidenses indignados por la guerra?

¿O dará Biden el trascendental paso de condicionar los términos del apoyo estadounidense a Israel en una guerra que fue desencadenada por los atentados terroristas de Hamas en Israel en los que murieron 1.200 personas?

En un primer indicio de que el mensaje de Biden puede estar calando, el gabinete de seguridad de Israel aprobó a última hora de este jueves medidas como la reapertura del paso fronterizo de Erez entre Israel y el norte de Gaza por primera vez desde los ataques del 7 de octubre, según declaró un funcionario israelí a CNN. Esta medida podría facilitar la entrada de ayuda humanitaria en Gaza ante la inminente hambruna.

Pero en los próximos días se necesitará un giro sostenido de Israel —que sobreviva a posibles escaladas en la guerra contra Hamas— para aliviar las críticas a Netanyahu y mitigar la propia exposición política interna de Biden.

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La llamada de alto nivel entre Biden y Netanyahu de este jueves se produjo tras la muerte de siete trabajadores humanitarios de World Central Kitchen en un ataque israelí en Gaza. La tragedia pareció generar más indignación que la muerte de lo que, según el Ministerio de Sanidad de Gaza, son más de 30.000 personas en el enclave, donde Hamas incrusta sus fuerzas en zonas civiles.

Fue un momento importante porque, por primera vez, Estados Unidos plantea la perspectiva de la condicionalidad en su hasta ahora incondicional apoyo a Israel, al advertir que su política sobre Gaza podría cambiar si Netanyahu no actúa con rapidez. Biden también pidió un “alto el fuego inmediato”, según las autoridades.

“Si no vemos los cambios que necesitamos, habrá cambios en nuestra política”, declaró el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, tras la llamada. La administración no explicó cómo podría cambiar la postura estadounidense, aunque destacados demócratas hablan ahora abiertamente de imponer límites al uso que las Fuerzas de Defensa de Israel pueden hacer de las armas fabricadas en Estados Unidos. Entre ellos se encuentra el senador por Delaware Chris Coons, cercano al presidente. La señal que dio el senador este jueves de que estaba abierto a condicionar la venta de armas fue la última declaración pública de un demócrata de alto rango que sonó como una advertencia a Biden de que su posición política se está volviendo insostenible.

Un palestino transporta agua en un campamento improvisado para personas desplazadas en Rafah, en el sur de Gaza, el 4 de abril de 2024. (Crédito: MOHAMMED ABED/AFP vía Getty Images)

A pesar de expresar repetidamente su frustración con las tácticas israelíes, la Casa Blanca no ha querido o no ha podido imponer ninguna presión al primer ministro. Por tanto, este nuevo intento ha cruzado una línea significativa y, si la nueva presión estadounidense no da resultados, es probable que las tensiones entre los aliados se agudicen aún más.

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Un intento de aliviar el calor político

La necesidad de Biden de demostrar a sectores de su coalición demócrata que estaba imponiendo presión a los israelíes, en una semana en la que un médico palestino-estadounidense abandonó una “sesión de escucha” con el presidente sobre la guerra, quedó patente en la forma en que la administración presentó los resultados de la llamada.

Blinken, que se encontraba en Bruselas, celebró una rueda de prensa televisada, en la que se dirigió a los estadounidenses que se encontraban en su país, así como a los aliados de Estados Unidos, que se han mostrado mucho más dispuestos a reprender a Israel por el desarrollo de la guerra que Biden. Luego, en la Casa Blanca, el asesor de comunicaciones de Seguridad Nacional, John Kirby, recogió el testigo y subrayó que Estados Unidos quería ver cambios por parte de Israel —incluida la apertura de más corredores de ayuda a Gaza y medidas para proteger a los civiles— aplicados de inmediato.

No es habitual que un gobierno informe de una llamada con un líder extranjero de forma tan completa y pública. Normalmente, la Casa Blanca emite un comunicado en el que ofrece pocos detalles útiles de la conversación. Esta vez, sin embargo, la administración estaba decidida a controlar la narración y definió lo sucedido antes de que Israel ofreciera su propia versión de los hechos. Biden no compareció ante las cámaras de televisión, pero publicó una foto en X en la que miraba pensativo un teléfono durante la llamada con un bolígrafo en los labios. “Israel debe aplicar medidas para hacer frente a los daños a civiles y a la seguridad de los trabajadores, y trabajar por un alto el fuego para traer a los rehenes a casa”, escribió el presidente. Esta diplomacia pública coordinada subrayó la gravedad del giro estadounidense. Pero también aumentó el coste para Washington si Netanyahu no sigue el juego.

Leon Panetta, ex secretario general de la Casa Blanca, exdirector de la CIA y exsecretario de Defensa, declaró este jueves a Jake Tapper, de CNN, que creía que el trazado de una línea con Israel podía ser eficaz y que era importante que Biden pidiera un alto el fuego. “Esta guerra ha durado casi seis meses y creo que, hasta cierto punto, el presidente Biden y Netanyahu han hablado más de la cuenta en lo que respecta a sus preocupaciones. Creo que eso ha cambiado. Espero que eso haya cambiado”, dijo.

El senador independiente Bernie Sanders, que se ha manifestado en contra de la estrategia israelí en Gaza, dijo que el dinero de los contribuyentes estadounidenses no debe ser “cómplice” de que Israel mate a inocentes. “Estamos ante uno de los peores desastres humanitarios que hemos visto en mucho, mucho tiempo”, dijo el senador de Vermont a Tapper. “En mi opinión, Israel no debería recibir ni un céntimo más en ayuda militar hasta que estas políticas cambien radicalmente”, dijo Sanders. “Hamas comenzó esta guerra, son una organización terrorista, pero Estados Unidos no está financiando a Hamas, estamos financiando a Israel… lo que hay que dejar claro a Israel es que se puede ir a la guerra contra Hamas, pero no se puede continuar con estas acciones horribles”.

La elección de Netanyahu

Netanyahu, que ha estado en el poder durante gran parte del último cuarto de siglo y es un extraordinario superviviente político, tiene un largo historial de desafiar las presiones de Estados Unidos, una de las razones por las que tratar con él ha sido tan traicionero para los presidentes estadounidenses.

No hubo respuesta inmediata del primer ministro, que celebró una reunión de gabinete tras la llamada que aprovechó para advertir que Israel se defenderá de Irán. La República Islámica lanzó advertencias de represalias después de que dos altos oficiales del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica murieran en un ataque en Damasco que Estados Unidos ha atribuido a Israel. El gobierno israelí puso a sus fuerzas en estado de máxima alerta este jueves y suspendió las licencias de las unidades de combate. “Sabremos defendernos y actuaremos de acuerdo con el simple principio de que a quien nos haga daño o planee hacernos daño, nosotros le haremos daño”, dijo Netanyahu.

Aunque la llamada telefónica con Biden puso de manifiesto las diferencias entre israelíes y estadounidenses, la administración también hizo hincapié en que el apoyo de EE.UU. a la seguridad de Israel era inviolable. “Hablaron de una amenaza real muy pública y viable de Irán a la seguridad de Israel”, dijo Kirby. Blinken, por su parte, subrayó que “el presidente Biden reafirmó el firme apoyo de Estados Unidos a Israel frente a estas amenazas y nuestro compromiso con la seguridad de Israel”.

El humo se eleva después de un ataque israelí en Rafah, en el sur de Gaza, el 4 de abril de 2024. (Crédito: SAID KHATIB/AFP vía Getty Images)

Las tensiones no han ido en aumento entre el primer ministro israelí y Biden debido a una desconexión personal. Ambos son políticos veteranos que se conocen desde hace años. Más bien los intereses políticos del presidente —y podría decirse que los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos— divergen de los de Netanyahu. Biden tiene un fuerte incentivo para que la guerra termine, dado el revés político al que se enfrenta dentro de su frágil coalición en estados clave que decidirán las elecciones de 2024. Muchos observadores de Washington creen que Netanyahu tiene un incentivo para prolongar el conflicto, dado que es probable que se celebren elecciones cuando se enfríe la intensidad del conflicto. En ese momento, la atención se centrará también en la rendición de cuentas por el peor atentado terrorista de la historia moderna de Israel y un periodo que probablemente será condenatorio para Netanyahu, que se presentaba ante los israelíes como el máximo garante de su seguridad.

Uno de los rasgos más notables de la estrategia de Netanyahu en los últimos meses ha sido su falta de voluntad para atender siquiera simbólicamente las necesidades de Estados Unidos, dado el precio político que Biden está pagando a cambio de su apoyo incondicional a Israel. Por un lado, esto no es sorprendente. Para muchos israelíes, el horror de los atentados terroristas de octubre y la depravación de un enemigo que quiere borrarlos del mapa han eclipsado otras consideraciones.

Netanyahu, que se ha inclinado hacia la derecha a lo largo de su carrera, también dirige el gobierno más conservador de la historia israelí y depende de varios partidos ortodoxos extremistas para mantenerse en el poder. El primer ministro israelí es un consumado jugador de Washington y ha entablado relaciones con los enemigos republicanos de Biden en el Capitolio, en una alianza que podría aumentar las complicaciones políticas para el presidente si crea fracturas más profundas con el primer ministro israelí. Reforzando la sinergia entre Netanyahu y el Partido Republicano, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, advirtió en un post en X: “Los ultimátums del presidente deberían ir dirigidos a Hamas, no a Israel”.

Aún así, Israel está cada vez más aislado internacionalmente, y el apoyo de Estados Unidos rara vez ha sido tan crítico. Netanyahu estaría asumiendo un enorme riesgo propio si desafía abiertamente las peticiones públicas de un presidente estadounidense. La ofensiva israelí prevista en Rafah, que Estados Unidos ha advertido que no debe llevarse a cabo hasta que se proteja a la población civil, se perfila ahora como un posible punto de ruptura entre los dos líderes.

Si finalmente Biden considera que sus advertencias están cayendo en saco roto, su credibilidad dependerá de que imponga públicamente un coste al primer ministro israelí. Lo hará con el corazón encogido, dado su profundo vínculo emocional con Israel.

Pero los imperativos políticos de Biden y el creciente precio humanitario de la guerra en Gaza significan que se acerca a una encrucijada fatídica. Y ahora Netanyahu decidirá qué camino tomará.

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